Vi casualmente el artículo hace algún tiempo. El título era sugerente,
pero quedó aparcado por diversas circunstancias. Hoy me he reencontrado con él,
y he podido hojearlo. Pilita Clark, conocida columnista del Financial Times,
considera que se ha producido la extraña muerte de la salutación en las
comunicaciones más usuales[1].
Según ella, se ha implantado como costumbre que los remitentes de
correos electrónicos prescindan de cualquier fórmula inicial de tratamiento o
de cortesía, entrando directamente en materia sin ningún tipo de contemplaciones.
A su entender, se trata de una pauta que puede ser admisible en las misivas
entre colegas con una relación frecuente, pero no cuando hay un mayor distanciamiento.
Contrariamente a otras opiniones de sus colegas, entiende que la pérdida
del saludo inicial no es imputable a factores generacionales, sino que existe
transversalidad en la nueva práctica, que ella rechaza de manera contundente.
Pese a lo indicado por la articulista, personalmente he observado que,
después de una etapa inicial en el uso del correo electrónico, tiende a prevalecer
la pauta de utilizar algún tipo de saludo. Es más, habitualmente se suelen dar
los buenos días, las buenas tardes, o las buenas noches, en función del momento
horario del emisor, lo que tal vez puede prejuzgar el de la lectura y/o
contestación. Mi experiencia reciente apunta en ese sentido.
No menos preocupante que la falta de salutación inicial es la tendencia
bastante extendida a conminar la respuesta. Ahí sí que se observa un agudo deterioro
de las formas tradicionales. La exigencia se ha convertido en moneda común. Puestos
a elegir entre la omisión del saludo inicial y la despedida con requerimientos,
no queda claro cuál de las dos opciones es más tolerable.