Con bastante frecuencia, he
recibido ciertas recriminaciones, respecto a artículos publicados, por no haber
mostrado claramente mis preferencias o mis opiniones al exponer algunas
cuestiones económicas controvertidas. Vanamente, casi siempre he tratado de
explicar que justamente era esa mi pretensión, plantear alguna discusión con
base en una serie de elementos que permitieran al hipotético lector forjarse su
propia opinión.
He decir, también en mi
descargo, que no es una pauta académica insólita. Al reencontrarme con la obra
“Las ideologías de la imposición”, de Louis Eisenstein[1],
compruebo que este autor intentaba aplicar ese enfoque, apartándose de lo que
tenía por costumbre: “Ya que mi propósito es, de principio a fin, resumir y
analizar estas ideas, me he abstenido de introducir mis preferencias en la
discusión… El lector es totalmente libre para sacar cualquier conclusión que le
parezca bien sin la más mínima insinuación o exhortación por mi parte”. A pesar
de ello, cualquiera que se adentre en las páginas de la obra descubrirá pronto
que sus preferencias distan de estar completamente ausentes.
Sí lo consigue en su
manifestación inicial en relación con los “sistemas racionales y retóricos ideados
por distintos grupos e intereses con la finalidad de lograr una distribución
que se corresponda con sus propios deseos pecuniarios. Estos sistemas son
claras ideologías, esto es, complejos de ideas y de actitudes convenientemente
dotados con el vocabulario preciso. Naturalmente, como todas las ideologías, se
presentan bajo la forma de conjuntos de verdades objetivas que sólo pueden
dejar de aprobar los interesados o los ignorantes”.
También nos recuerda que “la
imposición es un proceso político y no deberíamos confiar, por consiguiente, en
que las frases hechas nos suministren mucha más luz en este campo que en las
restantes áreas de contienda política”.
Idealmente, pues, para
analizar las ideologías de la imposición, resultaría fundamental poder aproximarse
haciendo abstracción de la ideología propia. De lo contrario, es bastante probable
que se acabe tratando de imponer esta última.