En “Confusión de
Confusiones” nos encontramos, en efecto, con muchas confusiones, ancladas en
una prosa alambicada. En verdad, hay que esmerarse bastante para tratar de
extraer su verdadero significado. Dificultad para desentrañar el sentido de las
estrategias y operaciones bursátiles descritas, en pugna con la admiración que
causa constatar cómo semejante sofisticación existía ya en las postrimerías del
siglo XVII.
Dentro del juego
rocambolesco al que nos invita el sagaz comerciante hispano-holandés Joseph
Penso de la Vega, encontramos algunos principios provistos de una claridad
meridiana, que, por muy conocidos y asentados, nunca conviene soslayar: “Las
dificultades y los sucesos horrorosos en el negocio de la Bolsa nos han
enseñado algunos preceptos”. Ahora, cuando asistimos a una tendencia de
desplazamiento -inducido tanto desde el lado de la demanda como desde el de la oferta- de los
ahorradores tradicionales hacia la toma de posiciones, directas o indirectas,
en entidades cotizadas, podría ser bueno clavar un breve manifiesto con tales
preceptos en la puerta de acceso al mundo inversor.
Cuatro son los principios
expuestos en la citada obra:
1º. “Nunca aconsejes a
nadie que compre o venda acciones, porque donde la perspicacia está
debilitada, mal puede lucir airoso el consejo”.
2º. “Tomaos toda ganancia
sin remordimiento por los beneficios perdidos, porque una anguila puede
escaparse cuando menos se espera. Es prudente disfrutar de aquello que es
posible, sin esperar la continuación de la coyuntura favorable ni la
persistencia de la suerte”.
3º. “Los beneficios de la
Bolsa son los tesoros de los duendes. En un momento dado pueden ser
carbuncos, luego, carbones, luego diamantes, luego guijas, luego lágrimas de
las auroras, luego lágrimas”.
4º. “Quien desee ganar en
este juego, debe tener paciencia y dinero, puesto que los precios son muy
inconstantes y los rumores muy poco fundados en la verdad”.
Son, sin duda, sabios
consejos que, inconfundiblemente, han de recordarse en la antesala de cualquier
inversión bursátil. Son preceptos que han de estar presentes en los programas
de educación financiera, como aspectos básicos y elementales, y como referencia
para el estudio de los sesgos financieros. Creo que no se infringe el principio
de no efectuar recomendaciones para la toma de decisiones si se recomienda
reflexionar sobre estos preceptos antes de lanzarse a una aventura en el
mercado. Y es probable que, de esa forma, puedan evitarse algunas lágrimas
dolorosas, al menos las que puedan aflorar sin conocimiento de causa.