Algunos
términos están dotados de una carga semántica muy especial que puede variar en
razón de contextos diferentes. En ciertos casos admiten un considerable
espectro interpretativo, que puede llegar a tener enormes consecuencias
prácticas. Hay también términos caracterizados por un alto grado de
relativismo. Su significado y su percepción pueden verse condicionados por el
estatus de quién los utilice o de a quién afecten. No hay categorías absolutas.
No hay jóvenes ni viejos; depende de quién sea el joven y de quién sea el
viejo. No hay actuaciones buenas o malas; depende de quién sea el que las lleva
a cabo. No hay obras artísticas admirables o rechazables; depende de quién sea
el artista. Así sucesivamente.
Un
tal Eric Arthur Blair, más conocido como George Orwell, ya alertó de cómo puede
manipularse la conciencia social: “War is
peace; freedom is slavery; ignorance is strenght”.
Además
de novelista premonitorio, el escritor británico fue autor de numerosos
ensayos. En uno de ellos pretende sentar las bases de la diferenciación entre
dos conceptos sumamente relevantes a lo largo de la historia, y que siguen
teniendo plena vigencia, ejerciendo una enorme influencia a escala mundial:
nacionalismo y patriotismo[1].
Orwell
aboga por no confundir ambos términos: “… ambas palabras se suelen utilizar con
tanta vaguedad que cualquier definición es susceptible de ser sometida a
discusión”. Sin embargo, “aluden a dos cosas distintas, incluso opuestas”. Por
patriotismo “entiendo la devoción por un lugar determinado y por una
determinada forma de vida que uno considera los mejores del mundo, pero que no
tiene deseo de imponer a otra gente. El patriotismo es defensivo por naturaleza[2], tanto
militar como culturalmente”. Y sigue diciendo que “el nacionalismo, en cambio,
es inseparable del deseo de poder; el propósito constante de todo nacionalista
es obtener más poder y más prestigio, no para sí mismo[3], sino
para la nación o entidad que haya escogido para diluir en ella su propia
individualidad”.
[1]
George Orwell, “Notas sobre el nacionalismo”, 1945; reproducido en: George
Orwell, “Ensayos”, Debolsillo, 2016, págs. 591 y sigs.
[2]
¿También “conservador”?
[3]
En este caso, un tanto extrañamente, el autor de “1984” no llegó a prever
determinados comportamientos, amparados en ese mantra, no orientados
precisamente al “bien común”.