Acaba de ver la luz un informe de la OCDE acerca de la imposición sobre las herencias en los países integrantes de esta organización supranacional[1]. En él se expone la que podría considerarse la nueva doctrina de la OCDE relativa a esta vertiente de la imposición, plenamente concordante con los postulados del “Great Reset”, y en línea con el posicionamiento de los organismos económicos internacionales y de la Administración Biden de poner en marcha políticas reforzadas, tanto en el terreno de la fiscalidad como en el del gasto público, para hacer frente al problema de la desigualdad económica.
El
informe está accesible online en la web de la OCDE, donde asimismo puede
descargarse un folleto[2]. En el
resumen incluido en este documento se indica que el estudio evalúa los
argumentos a favor y en contra de la imposición sobre las herencias. Sin
embargo, en el folleto sólo se recogen los primeros, sin mención de ninguno de
los segundos.
Según
la OCDE, la imposición sobre las herencias puede desempeñar un papel importante
en: i) obtener ingresos; ii) abordar las desigualdades; y iii) mejorar la
eficiencia. Dicha forma de imposición puede “mejorar la igualdad de
oportunidades y reducir la concentración de la riqueza”. Asimismo se estima que
puede generar menores costes de eficiencia que otros impuestos sobre la riqueza
y, además, que tiene una serie de efectos positivos en este apartado, como
“estimular que los herederos trabajen y ahorren más”. Por otro lado, se alude a
las ventajas administrativas: ¡se suelen aplicar sólo una vez en la vida!
En
el estudio se ponen de relieve inicialmente los siguientes aspectos:
La
riqueza de las familias está altamente concentrada en los tramos más altos de
la distribución de la riqueza. El 10% de las familias posee la mitad de la
riqueza familiar, en promedio, en 27 países de la OCDE (para los que hay
datos), en tanto que el 1% más rico posee un 18%.
Existe
una clara relación entre la renta y la riqueza.
La
riqueza familiar ha crecido sustancialmente en algunos países en las últimas
décadas, y este proceso se ha visto acompañado por un aumento de la
concentración de la riqueza.
Entre
una cuarta parte y la mitad de las familias declaran recibir una herencia o una
donación sustancial.
La
parte de la riqueza heredada en la riqueza privada total ha aumentado en
algunos países durante las últimas décadas.
En
24 de los 37 países de la OCDE existe un impuesto sobre sucesiones.
La
recaudación por los impuestos sobre sucesiones y donaciones representa en
promedio un 0,5% del total. La razón de este escaso peso estriba en la
existencia de bases imponibles estrechas debido al juego de las exenciones a
parientes cercanos[3]
y al tratamiento fiscal preferente dado a ciertos activos.
De
los 24 países con un impuesto sobre herencias, 15 utilizan una tarifa
progresiva, y 7 un tipo fijo[4]. No se
menciona el caso de España, donde, en aquellas Comunidades que no hayan hecho
uso de su capacidad normativa, los tipos máximos pueden superar el 80%, cota
que marca el máximo referido en el informe (correspondiente al caso de Bruselas-Región
Capital).
El
documento se completa con una serie de recomendaciones de política tributaria
orientadas a aumentar la carga impositiva. A lo largo del texto no se hace mención
del hecho del afortunadamente considerable retraso con el que, en la mayoría de
las familias, acontecen los hechos desencadenantes de las transmisiones
hereditarias. Gracias a ello, no suelen estar en edad infantil los
beneficiarios de herencias y legados, que, en consecuencia, no pueden apoyarse
en tales activos para el diseño de su curso económico vital. La potencial
desigualdad de oportunidades fruto de herencias ha de demorarse bastante en el
tiempo.
Los
autores del informe tampoco tienen en cuenta el número de generaciones de acumulación
de riqueza a la hora de graduar la carga tributaria. No es lo mismo ser
heredero “de primera generación” que miembro de una familia que acumula
sucesivas transmisiones intergeneracionales. Tampoco se hace mención al origen
de los fondos acumulados que se transmiten vía herencia –trabajo, capital,
actividad empresarial, premios de lotería…- ni a la carga impositiva acumulada
por tales fondos.
[1] OCDE,
“Inheritance taxation in OECD countries”, 2021.
[3] Los
umbrales de exención para niños van desde USD 17.000 (Bruselas-Región Capital)
a ¡USD 11,6 millones en Estados Unidos!
[4] No
aparece información para los dos países restantes.