23 de mayo de 2021

La lucha por la vida: ¿quién dijo que era fácil?

Tenía las ardillas mitificadas como pequeños y adorables animales, hábilmente adiestrados para gestionar sus preciadas provisiones de frutos silvestres. Los dibujos animados o las películas procedentes de la factoría Disney han contribuido eficazmente a transmitir imágenes estereotipadas de las diferentes especies de animales, en numerosas ocasiones atribuyéndoles rasgos o cualidades no siempre ajustados a sus perfiles reales.

La primera vez que vi ardillas en un entorno urbano fue en una apacible ciudad de New Jersey que tuve la oportunidad de visitar hace bastante tiempo. Fue una experiencia inolvidable verlas corretear entre árboles teñidos de impresionantes colores otoñales.

Años después comencé a verlas esporádicamente en algunos lugares más cercanos a mi entorno habitual. Las que tenían su hábitat en Málaga parecían tener una fisonomía un tanto diferente y mostrar un comportamiento menos amigable, como sumidas en un estado de inquietud total y desenfrenado al sentirse observadas.

Hoy, en un parque de mi barrio, he sorprendido a una que trepaba sigilosamente por el tronco de una palmera en busca de un aparentemente extraño manjar colgante de la copa del árbol. Una vez en la cima, se empleaba con sumo ahínco en tratar de desprender el objeto de su deseo. A tenor del esfuerzo desplegado, cabría añadir la perseverancia a sus rasgos caracterizadores.

Tal vez, como la paloma albertiana, la ardilla se equivocaba o estaba confundida, pues el botín elegido no parecía reunir demasiados atractivos. O quizás se equivocaba el observador. Quién puede saberlo. De lo que no cabe duda es de que la lucha por la vida está plagada de un catálogo inacabable de vericuetos y señuelos. Y las cosas no son siempre fáciles de conseguir, ni siquiera para las habilidosas ardillas. ¿Quién dijo que la lucha por la vida era fácil? 



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