30 de mayo de 2021

La incidencia de la fatiga en la toma de decisiones

 

Que la fatiga influya en el rendimiento laboral no parece que sea un gran descubrimiento. La comprobación de cómo aquélla afecta de manera concreta a la toma de decisiones sí reviste mayor interés. El sentido de las decisiones puede exhibir un marcado perfil temporal ajustado al ciclo del rendimiento a lo largo de la jornada laboral. Es lo que se desprende de la investigación reseñada en la columna Bartleby del número de The Economist de la última semana de mayo[1].

Así, en una investigación realizada por Tobias Baer y Simone Schnall[2], de la Universidad de Cambridge, “tomar decisiones a lo largo de períodos de tiempo extendidos es “cognitively taxing[3]” y puede llevar a una fatiga en la decisión, que esté vinculada a una preferencia a la opción ‘por defecto’, esto es, cualquier decisión que implique el esfuerzo cognitivo relativamente menor”.

En el estudio se evalúa la magnitud de las consecuencias negativas de la fatiga decisoria en el sector de las finanzas, concretamente en el proceso de resolución de solicitudes de crédito. En el caso examinado, los analistas financieros estudian 46 propuestas al día. Comienzan su trabajo entre las 8 y las 10 de la mañana, tienen el almuerzo entre las 13 y las 15 horas, y acaban a las 18 horas. Los investigadores encontraron evidencia de que la tasa de aprobación decae significativamente entre las 11 y las 14 horas, a medida que se aproxima la hora del almuerzo, luego se recupera a partir de las 15 horas, para decaer de nuevo en las dos últimas horas de trabajo.

A fin de cuantificar la pérdida económica asociada a la variabilidad en las decisiones constatada, efectúan una simulación de los ingresos adicionales que podría haber obtenido el banco de haberse analizado todas las operaciones durante las primeras horas de trabajo. La cifra obtenida asciende a medio millón de libras al mes.

El artículo de The Economist se hace eco de comportamientos diferentes en otras actividades en función del momento de la jornada laboral (vistas judiciales, prescripciones médicas, conducción de vehículos…). La actividad mental puede abocar a un agotamiento físico, por lo que las pausas (como resolver un crucigrama) pueden ser primordiales. Para The Economist, que no se permitan algunos pasatiempos en el lugar de trabajo “es irónico puesto que es improbable que perturben a otra persona, mientras que conversar con un colega… es visto como una diversión perfectamente aceptable”. Y concluye que “la lección para los gestores es que lo que parece que puede ser holganza es realmente un instrumento útil para mantener la productividad”.

Y hay otro aspecto relacionado no tanto con la fatiga como con el esfuerzo que puede tener una notable incidencia en la presentación de informes y propuestas. Cuando el formato es claro, sistemático y fácilmente entendible, es más probable que surjan objeciones. Por el contrario, cuanto menos se entienda, la probabilidad de ver allanado el camino es mayor. Emitir cualquier opinión requiere conocimientos, competencias, dedicación, y entendimiento. Los costes de la emisión de opiniones se relacionan positivamente con el recurso a tales ingredientes. Por supuesto, la antelación con que se disponga el documento y el momento en el que se exponga pueden tener también, en la práctica, bastante importancia.



[1] “The dangers of decision fatigue”, The Economist, 29 de mayo de 2021.

[2] “Quantifying the cost of decision fatigue: suboptimal risk decisions in finance”, Royal Society for Open Science, 7 de abril de 2021. Por cierto, se trata de “Open Science” y no de “Open Finance”, como se recoge en el artículo de Bartleby, tal vez afectado por alguna fatiga transitoria.

[3] Quizás sea mejor no buscar esta expresión en un diccionario en la web, ni atenernos a su literalidad. Podemos contentarnos con asumir que es agotador cognitivamente.


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