Se dice que la
movilidad residencial ha disminuido mucho en Estados Unidos. Concretamente, en
el año 2021, los estadounidenses tienden a cambiar de lugar de residencia menos
de la mitad de que solían hacerlo en la década de los años 70 del pasado siglo.
Aun así, la tasa de movilidad, definida como el porcentaje de la población que
ha cambiado de residencia en los últimos 5 años es superior al 40%[1].
En contraposición, dicha tasa en España apenas supera el 10%.
Mientras que
Australia, Estados Unidos y Suecia sobresalen por su elevada movilidad
residencial, España, Italia y Grecia destacan por lo contrario. Ahora bien,
existe una notoria diferencia entre quienes son propietarios de una vivienda y
quienes viven en régimen de alquiler.
En el gráfico
adjunto se pone de manifiesto la elevada correlación positiva entre el grado de
movilidad histórico y el prospectivo[2].
Son diversos los
factores, de corte sociológico y económico, los que están detrás de las
disparidades observadas entre países. También son varias las consecuencias
macroeconómicas de la falta de movilidad, como la existencia de un mercado de
trabajo escasamente flexible y el freno a la optimización de la utilización de
los recursos disponibles. Por otro lado, algunos estudios recientes ponen de
relieve un inconveniente adicional: el apego a un vecindario concreto aparece asociado
estadísticamente a unas menores cotas de confianza, felicidad, asunción de
riesgos y optimismo[3].
[1] Vid. Financial Times,
“Moving house: stay-at-home trend may hurt economy – and your mood”, Opinion
Lex, 7-2-2022.
[2] Vid. Orsetta Causa y Jacob Pichelmann, “Should I stay or should I
go? Housing and residential movility across OECD countries”, OECD Economics
Department Working Papers No.1626, 2020.
[3] Vid. Financial Times,
op. cit.