14 de febrero de 2022

Titulizaciones pintorescas de préstamos de millonarios: ¿derivados ”prime”, “subprime”, o “superprime”?

 

El proceso de titulización de activos fue saludado, hace bastantes años, como una fórmula innovadora que venía a aportar dinamismo a los mercados financieros y a potenciar la capacidad de financiación a la economía productiva. Aunque hay algunas modalidades bastante complejas en su diseño y estructuración, el esquema básico de funcionamiento es bastante simple. En la página web de Edufinet se recogen, de la manera más simplificada posible, las ideas elementales.

La titulización es un proceso mediante el que una operación de préstamo, concedida originariamente por una entidad de crédito, es transferida a un fondo, que asume tanto la deuda como los intereses asociados. El fondo emite participaciones cuyos rendimientos estarán ligados a los ingresos provenientes de los préstamos existentes en la cartera del fondo.

Llevado al caso extremo, la entidad de crédito originaria se convierte en un mero intermediario que concede la operación y luego la traspasa, descargándose del riesgo de crédito. Éste pasa a ser soportado por quienes suscriban participaciones del fondo de titulización. Si los titulares de los préstamos titulizados impagan, los suscriptores de participaciones sufrirán las consecuencias.

Un uso inadecuado de este instrumento fue uno de los detonantes de la crisis financiera iniciada en 2007-2008. El nefasto episodio de las titulizaciones de préstamos hipotecarios de baja o nula calidad crediticia (“subprime”) en Estados Unidos será difícil de borrar de la memoria colectiva.

Las operaciones de titulización de activos suelen ser utilizadas por bancos que quieren reducir sus requerimientos prudenciales de capital. Todo préstamo concedido obliga a la entidad de crédito a disponer de una determinada cantidad de capital, que será mayor cuanto mayor sea el riesgo de la operación. Si se transfiere un préstamo y se obtiene liquidez, se consigue rebajar directamente el requerimiento de recursos propios.

Normalmente, son los préstamos hipotecarios o los concedidos a corporaciones empresariales los que suelen ser objeto de operaciones de titulización. Evidentemente, a diferencia de lo acaecido con las hipotecas “subprime”, es esencial que el riesgo esté adecuadamente evaluado y medido.

Sin embargo, Credit Suisse (CS) ha sorprendido al mercado con el lanzamiento de la titulización de una cartera de préstamos concedidos a magnates millonarios con la garantía de valiosos y singulares activos (aviones privados, yates, inmuebles y/o activos financieros). Pese la exclusividad de tales objetos, ha sido necesario ofertar unos tipos de interés bastante elevados, superiores al 11% anual, para atraer a un grupo de hedge funds[1].

El tiempo se encargará de calificar los nuevos derivados con la etiqueta apropiada… “p”, “sp” o “Sp”. Parece claro que un relativamente modesto montante como el de la selecta operación impulsada por CS difícilmente podría provocar un cataclismo como el de las “subprime”, pero ¿qué podría significar un hipotético escenario de default generalizado de dicho segmento?





[1] Vid. R. Smith y O. Walker, “Credit Suisse securitises yacht loans to oligarchs and tycoons”, Financial Times, 7-2-2022.

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