El proceso de
titulización de activos fue saludado, hace bastantes años, como una fórmula
innovadora que venía a aportar dinamismo a los mercados financieros y a
potenciar la capacidad de financiación a la economía productiva. Aunque hay
algunas modalidades bastante complejas en su diseño y estructuración, el
esquema básico de funcionamiento es bastante simple. En la página web de
Edufinet se recogen, de la manera más simplificada posible, las ideas elementales.
La titulización
es un proceso mediante el que una operación de préstamo, concedida originariamente
por una entidad de crédito, es transferida a un fondo, que asume tanto la deuda
como los intereses asociados. El fondo emite participaciones cuyos rendimientos
estarán ligados a los ingresos provenientes de los préstamos existentes en la
cartera del fondo.
Llevado al caso
extremo, la entidad de crédito originaria se convierte en un mero intermediario
que concede la operación y luego la traspasa, descargándose del riesgo de
crédito. Éste pasa a ser soportado por quienes suscriban participaciones del
fondo de titulización. Si los titulares de los préstamos titulizados impagan,
los suscriptores de participaciones sufrirán las consecuencias.
Un uso inadecuado
de este instrumento fue uno de los detonantes de la crisis financiera iniciada
en 2007-2008. El nefasto episodio de las titulizaciones de préstamos hipotecarios
de baja o nula calidad crediticia (“subprime”) en Estados Unidos será difícil
de borrar de la memoria colectiva.
Las operaciones
de titulización de activos suelen ser utilizadas por bancos que quieren reducir
sus requerimientos prudenciales de capital. Todo préstamo concedido obliga a la
entidad de crédito a disponer de una determinada cantidad de capital, que será
mayor cuanto mayor sea el riesgo de la operación. Si se transfiere un préstamo
y se obtiene liquidez, se consigue rebajar directamente el requerimiento de
recursos propios.
Normalmente, son
los préstamos hipotecarios o los concedidos a corporaciones empresariales los
que suelen ser objeto de operaciones de titulización. Evidentemente, a
diferencia de lo acaecido con las hipotecas “subprime”, es esencial que el
riesgo esté adecuadamente evaluado y medido.
Sin embargo, Credit
Suisse (CS) ha sorprendido al mercado con el lanzamiento de la titulización de
una cartera de préstamos concedidos a magnates millonarios con la garantía de valiosos
y singulares activos (aviones privados, yates, inmuebles y/o activos financieros).
Pese la exclusividad de tales objetos, ha sido necesario ofertar unos tipos de
interés bastante elevados, superiores al 11% anual, para atraer a un grupo de hedge
funds[1].
El tiempo se
encargará de calificar los nuevos derivados con la etiqueta apropiada… “p”, “sp”
o “Sp”. Parece claro que un relativamente modesto montante como el de la selecta
operación impulsada por CS difícilmente podría provocar un cataclismo como el
de las “subprime”, pero ¿qué podría significar un hipotético escenario de default
generalizado de dicho segmento?
[1]
Vid. R. Smith y O. Walker, “Credit Suisse securitises yacht loans to oligarchs
and tycoons”, Financial Times, 7-2-2022.