15 de febrero de 2022

Contestar o no contestar (en un test): esa es la cuestión

En los cuestionarios utilizados para medir el nivel de cultura financiera de la población, según los estándares internacionales, es frecuente que se incluyan preguntas tipo test con respuestas de elección múltiple, normalmente con dos o tres opciones. Sin embargo, estas opciones suelen ampliarse con otras dos: una, para prever la posibilidad de declarar que “no se sabe” la respuesta correcta; otra, para cubrir la eventualidad de que la persona examinada quiera “rehusar contestar”.

En las pruebas de este tipo en el ámbito académico suele ser habitual emplear el siguiente sistema de puntuación: i) las preguntas contestadas correctamente se valoran con 1 punto; ii) las que se dejen en blanco (opción equivalente a la de “no sé”) no puntúan; y iii) las contestadas erróneamente restan, a fin de contrarrestar el efecto de las respuestas elegidas al azar (normalmente, en la cuantía equivalente a la probabilidad de acertar al elegir aleatoriamente entre las opciones disponibles, -0,33, si son 3 tales opciones)[1].

A la hora de evaluar los resultados obtenidos en la cumplimentación de un cuestionario de esta naturaleza, ¿qué es más preocupante, una respuesta errónea, o una respuesta del tipo “no sabe/no responde”?

Si se utiliza un sistema de puntuación negativa en caso de fallo, es lógico pensar que, si no se está muy seguro de la respuesta correcta, a efectos numéricos, se considere preferible no contestar (puntuación nula) en lugar de arriesgarse (-0,33 x probabilidad estimada de que la respuesta elegida sea errónea). En cambio, si no se aplican penalizaciones en los casos de fallos, éstos no tienen incidencia negativa en la puntuación alcanzada. El cero marca el suelo de la puntuación, que, en un caso extremo, podría llegar, si se aplican penalizaciones, a un -3,3, en el ejemplo considerado en la nota a pie de página.

¿Cuál será la línea seguida por los examinados, en uno y otro supuesto? ¿Por qué, incluso en los cuestionarios donde no existe puntuación negativa, algunas personas optan por el “no sabe/no contesta”, en lugar de elegir una respuesta al azar?

Puede haber distintas razones, entre ellas que, si el cuestionario se basa en una entrevista directa, lo primero (“no sabe/no contesta”) permita no tener que dar ningún tipo de explicación de la respuesta elegida.

Lo cierto es que, en los estudios sobre el nivel de cultura financiera de la población, la opción “no sabe/no contesta” suele ser elegida por un notable número de personas. ¿Qué es, pues, más preocupante, la constatación de fallos en las respuestas o la decantación por el “no sabe/no contesta”?

En algunos estudios se considera que la opción por el “no sabe/no contesta” revela una falta de conocimiento mucho más profunda que una respuesta errónea[2]. Se trata, quizás, de una conclusión un tanto aventurada, si no se dispone de información más detallada. El grado de aversión personal al riesgo en las contestaciones no es homogéneo, como tampoco la confianza en la solidez de los conocimientos propios. Por otro lado, no hay que ignorar el efecto que puede ejercer el enunciado de preguntas, en el supuesto de que no permita identificar claramente el marco o el entorno de la cuestión planteada. En algunos artículos anteriores de este blog se han efectuado ciertas consideraciones al respecto.



[1] En una prueba con 12 preguntas con 3 opciones excluyentes en cada caso, su cumplimentación de manera completamente aleatoria llevaría a una calificación media esperada de 1,11 puntos (sobre 10).

[2] Vid. Allianz, “When will the penny drop? Money, financial literacy and risk in the digital age. 2017 report”, International Pension Papers 1/2017.




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