En los
cuestionarios utilizados para medir el nivel de cultura financiera de la
población, según los estándares internacionales, es frecuente que se incluyan preguntas
tipo test con respuestas de elección múltiple, normalmente con dos o tres
opciones. Sin embargo, estas opciones suelen ampliarse con otras dos: una, para
prever la posibilidad de declarar que “no se sabe” la respuesta correcta; otra,
para cubrir la eventualidad de que la persona examinada quiera “rehusar
contestar”.
En las pruebas de
este tipo en el ámbito académico suele ser habitual emplear el siguiente
sistema de puntuación: i) las preguntas contestadas correctamente se valoran
con 1 punto; ii) las que se dejen en blanco (opción equivalente a la de “no
sé”) no puntúan; y iii) las contestadas erróneamente restan, a fin de
contrarrestar el efecto de las respuestas elegidas al azar (normalmente, en la
cuantía equivalente a la probabilidad de acertar al elegir aleatoriamente entre
las opciones disponibles, -0,33, si son 3 tales opciones)[1].
A la hora de
evaluar los resultados obtenidos en la cumplimentación de un cuestionario de
esta naturaleza, ¿qué es más preocupante, una respuesta errónea, o una respuesta
del tipo “no sabe/no responde”?
Si se utiliza un
sistema de puntuación negativa en caso de fallo, es lógico pensar que, si no se
está muy seguro de la respuesta correcta, a efectos numéricos, se considere
preferible no contestar (puntuación nula) en lugar de arriesgarse (-0,33 x probabilidad
estimada de que la respuesta elegida sea errónea). En cambio, si no se aplican
penalizaciones en los casos de fallos, éstos no tienen incidencia negativa en
la puntuación alcanzada. El cero marca el suelo de la puntuación, que, en un
caso extremo, podría llegar, si se aplican penalizaciones, a un -3,3, en el ejemplo
considerado en la nota a pie de página.
¿Cuál será la línea
seguida por los examinados, en uno y otro supuesto? ¿Por qué, incluso en los
cuestionarios donde no existe puntuación negativa, algunas personas optan por
el “no sabe/no contesta”, en lugar de elegir una respuesta al azar?
Puede haber distintas
razones, entre ellas que, si el cuestionario se basa en una entrevista directa,
lo primero (“no sabe/no contesta”) permita no tener que dar ningún tipo de explicación
de la respuesta elegida.
Lo cierto es que,
en los estudios sobre el nivel de cultura financiera de la población, la opción
“no sabe/no contesta” suele ser elegida por un notable número de personas. ¿Qué
es, pues, más preocupante, la constatación de fallos en las respuestas o la decantación
por el “no sabe/no contesta”?
En algunos
estudios se considera que la opción por el “no sabe/no contesta” revela una
falta de conocimiento mucho más profunda que una respuesta errónea[2]. Se
trata, quizás, de una conclusión un tanto aventurada, si no se dispone de información
más detallada. El grado de aversión personal al riesgo en las contestaciones no
es homogéneo, como tampoco la confianza en la solidez de los conocimientos propios.
Por otro lado, no hay que ignorar el efecto que puede ejercer el enunciado de
preguntas, en el supuesto de que no permita identificar claramente el marco o
el entorno de la cuestión planteada. En algunos artículos anteriores de este
blog se han efectuado ciertas consideraciones al respecto.
[1]
En una prueba con 12 preguntas con 3 opciones excluyentes en cada caso, su
cumplimentación de manera completamente aleatoria llevaría a una calificación
media esperada de 1,11 puntos (sobre 10).
[2]
Vid. Allianz, “When will the penny drop? Money, financial literacy and risk in
the digital age. 2017 report”, International Pension Papers 1/2017.