El último contacto con Ibn Gabirol tomó la forma de cómic, tan
escueto como sugerente, eficaz muestrario anticipatorio de la conmemoración de su
nacimiento, allá por los albores del segundo milenio[1].
Ahora me encuentro con la edición de una “Antología”, a cargo de María José
Cano (Litoral/Ayuntamiento de Málaga, noviembre de 2021). La obra nos ofrece un
repertorio ilustrativo de la palabra y del pensamiento del poeta, filósofo y
moralista malaqui, esto es, nacido en la ciudad de Málaga, alrededor del
año 1021. En ella se condesan numerosas composiciones de poesía secular y
poesía religiosa, e incluso se recoge un poema inédito.
Fortuitamente, al coger el libro, me topé con versos en los
que aparecen connotaciones de orden económico (pág. 287): “Salario grande al
guardián de las primicias y sus reclamaciones; la peregrinación es con ofrenda
y lo separado de tu diezmo. El juicio del tributo, del precio, del herem,
de lo que repta, de la impureza de la tierra, utensilios y bebidas de tu
casa…”.
Poco antes (pág. 285), hallamos las claves para lograr la
abundancia: “… Fija el hemiciclo del Gran y Pequeño Sanedrín, para juzgar los
casos de finanzas, muerte y las causas de daño. Atiende al quinto del diezmo,
el tercio de lo olvidado y el cuarto de las esquinas, y se llenarán tus
graneros de abundancia”.
“¡Ay de los que tienen fortuna y no comprenden mis ideas!...
¡Ay de mi mundo en el que quedan cortados mis deseos! Me he quedado solo con
él, prefiero andar errante entre extraños. La crueldad ha hecho brotar mi
poema. ¡Dios conoce mi camino!”.
Así de amargamente se expresaba Selomoh ben Yehudah ibn
Gabirol, ante su hipotética salida de Al-Andalus (pág. 388). Él es, según la
editora de la obra comentada (pág. 21), “uno de esos grandes hombres que por
causas ajenas a su valía han sido relegados a un segundo plano en el
reconocimiento cultural de su país natal Sefarad/España”. Ahora, casi mil años
después, reivindica su lugar, discreta y pacientemente, desde el pedestal que
le acoge en uno de los enclaves más emblemáticos de su ciudad natal. Allí nos
espera el joven viejo que estuvo gobernado por su intelecto desde sus mocedades,
“y por ello [su] alma esta[ba] doblegada”.