Al igual que el nivel de cultura
financiera de la población tiene importantes repercusiones para la estabilidad
financiera global de un país, el nivel de conocimientos tributarios puede
también tenerlos para el alcance recaudatorio efectivo del sistema tributario. Su
mayor impacto puede obedecer a su posible efecto sobre la ética tributaria o fiscal.
Se entiende por ésta la motivación intrínseca para
pagar impuestos, o la voluntad de contribuir de esta forma a la sociedad. La
OCDE considera que la ética tributaria es un aspecto vital del sistema
tributario, que descansa en el “cumplimiento voluntario” de los contribuyentes.
La educación tributaria consiste en la transmisión de conocimiento a los
contribuyentes acerca del sistema fiscal.
Son tres los elementos esenciales que fomentan el cumplimiento
tributario: a) la disuasión del incumplimiento fiscal, asociada a las
sanciones y otros riesgos que asumen quienes incumplen sus obligaciones
tributarias; b) la ética tributaria; y c) la educación tributaria.
Aun cuando la ética tributaria suele utilizarse como un concepto
unitario, puede concebirse más adecuadamente, según sugieren Luttmer y Singhal,
como un conjunto de motivaciones que subyacen al cumplimiento fiscal: i)
motivación intrínseca; ii) reciprocidad (el pago de impuestos depende de la
relación del individuo con el Estado); iii) efectos de las personas en
situaciones similares e influencias sociales; iv) factores culturales a largo
plazo; y v) imperfecciones de información y desviaciones de la maximización de
la utilidad (por ejemplo, los individuos pueden interpretar erróneamente la
probabilidad de ser descubiertos en la evasión de impuestos o pueden tener
aversión a las pérdidas).
Hay un cuerpo creciente de investigaciones que demuestran que hay
una relación significativa y positiva entre la ética tributaria y el
cumplimiento fiscal en los países desarrollados y en desarrollo. Según la OCDE,
hay factores socioeconómicos e institucionales que ayudan a explicar la ética
tributaria de los individuos, que es superior en los siguientes colectivos:
individuos con mayor nivel educativo, mujeres, personas de mayor edad, ciudadanos
del país donde residen, individuos que declaran tener fe o una identidad
religiosa, individuos que creen vivir en una sociedad meritocrática, quienes
confían en su gobierno nacional, quienes consideran que la redistribución
fiscal es esencial, y quienes perciben la democracia como el mejor sistema de
gobierno para su país.
Entre las conclusiones alcanzadas se
incluye el respaldo a la existencia de un “contrato fiscal”. Esto es, aunque
prevalezca el principio impositivo de la capacidad económica, debe haber una
cierta conexión entre las contribuciones al erario, y los servicios y
prestaciones que se reciben del sector público. Asimismo, se señala que hay una
amplia gama de instrumentos y enfoques que pueden ayudar a forjar la confianza
en el contrato fiscal y en el gobierno en relación con la tributación. Entre
estos se incluye una vinculación más explícita entre la vertiente de los
ingresos y la de los gastos, una mayor transparencia presupuestaria, y la
rendición de cuentas.
La educación cívico-tributaria constituye
una forma de proporcionar a los ciudadanos los conocimientos e instrumentos
necesarios para comprender el sistema tributario, reforzar la ética tributaria
y, en último término, mejorar el cumplimiento de las obligaciones en materia
impositiva. En España, la Agencia Tributaria (AEAT) viene desarrollando,
desde el año 2003, un programa de esta naturaleza. En la página web oficial de
la AEAT está disponible el Portal de Educación Cívico-Tributaria, que contiene
material didáctico para diversos niveles educativos. El despliegue de
contenidos, material bibliográfico, glosarios, ejercicios y actividades es
sumamente amplio, todo ello de gran interés pedagógico. Abundan las
ilustraciones sobre el entorno administrativo, económico y social, así como
sobre conceptos e instrumentos auxiliares, como los cálculos matemáticos.
La importancia del sistema impositivo
justifica la puesta en marcha de programas específicos de educación tributaria,
pero la vertiente de la fiscalidad está llamada a formar parte, de manera
irrenunciable, de los programas de educación financiera. No ya sólo por la
incidencia de los impuestos en la determinación del rendimiento
financiero-fiscal de los instrumentos financieros o del coste neto de las opciones
de financiación, sino también como soporte esencial del sector público, y
condicionante de la posición económica neta de familias y empresas. En la
transmisión de conocimientos existen también economías de alcance y de escala
potenciales que, dadas las limitaciones de tiempo y de recursos, no deben
desaprovecharse.
(Artículo publicado en el diario “Sur”)