18 de enero de 2022

El marco de competencias financieras para adultos en la UE: el archipiélago de la cultura financiera

 

La promoción de la cultura financiera entre la población viene acaparando, a lo largo de los últimos años, una atención creciente en un gran número de países. La constatación de las carencias existentes en este terreno no deja de ser un reconocimiento implícito del considerable fracaso de los sistemas educativos reglados. No de otro modo cabría calificar una situación en la que dichos sistemas no son capaces de proveer a los ciudadanos de una suficiente preparación para afrontar decisiones importantes, de manera casi continua, a lo largo de sus vidas. Al hilo de esto, surge inevitablemente la reflexión de por qué ciertos conocimientos, si en verdad son imprescindibles, han sido tradicionalmente objeto de discriminación en el ciclo de la enseñanza obligatoria.

Sin entrar en el fondo de esa cuestión, lo cierto es que la tarea de lograr una mejoría sustancial del nivel de cultura financiera de la población es de gran envergadura. Por múltiples razones. De entrada, porque ni siquiera es fácil acotar el ámbito estricto de las competencias financieras y, en este sentido, no es nada sencillo desligarlas de las de carácter económico. Por ello, para todos los agentes involucrados en la promoción de la cultura financiera, es de gran utilidad poder disponer de un marco de referencia con marchamo internacional.

Desde hace años, la OCDE ha venido difundiendo distintos cuadros de competencias en materia financiera adaptados a diferentes colectivos poblacionales. Ahora, la Comisión Europea, en colaboración con dicha organización, abanderada de la educación financiera en el mundo, ha lanzado el marco de competencias financieras para adultos en la UE[1].

El objetivo de dicho marco es “promover un entendimiento compartido de las competencias financieras para adultos entre los Estados Miembros y autoridades nacionales, instituciones educativas, industria e individuos”, en el ámbito de las finanzas personales (UE/OCDE, 2022, pág. 5). Más que como una especie de currículum, el marco se concibe “como una base conceptual sobre la que construir una variedad de políticas y medidas de educación financiera” (UE/OCDE, 2022, pág. 6).

En línea con el esquema seguido habitualmente por la OCDE en la presentación de las competencias financieras para distintos colectivos poblacionales, las competencias son divididas en cuatro áreas de contenidos: a) dinero y transacciones; b) planificación y gestión de las finanzas; c) riesgos y retribución; y iv) entorno financiero.

En el hipotético caso de una persona que, por primera vez, se incorpore a una iniciativa de educación financiera, se encontrará con un amplio y detallado arsenal de elementos relacionados con la información, el conocimiento, las habilidades, las actitudes y los comportamientos en el plano financiero. La forma en la que se desmenuzan todas las competencias, que se traducen en más de 500 líneas, da lugar a un extraordinario despliegue que puede resultar abrumador. Es como si nos encontráramos ante un nutrido archipiélago por donde transitar en un velero. Seguramente sería de gran utilidad poder disponer de cartas de navegación y de aparatos de localización, pero, en una primera aproximación, merecería la pena emprender un viaje exploratorio, sin preocuparse demasiado de completar una ruta predefinida. La visión global del conjunto del archipiélago, y de las interrelaciones entre sus componentes, es quizás preferible tratar de obtenerla en tierra firme.



[1] European Union/OECD (2022), “Financial competence framework for adults in the European Union”.


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