30 de julio de 2024

El deporte como negocio: los derechos de exclusión

 

La tecnología ha cambiado radicalmente la naturaleza del deporte para el espectador. Ha pasado de ser un servicio estrictamente territorial, locativo, a un servicio de carácter cuasiuniversal. En ambos casos, a pesar del rasgo de colectividad o de consumo conjunto, con la posibilidad de exclusión de aquellos espectadores no dispuestos a satisfacer un precio por el derecho de asistencia o de visualización. Mediante barreras físicas y filtros tecnológicos, respectivamente. Gracias a esa capacidad de expansión mundial, la demanda de deporte como espectáculo se ha disparado y, con ello, el negocio generado por la propiedad y la distribución de los derechos de emisión. Se estima que tales derechos podrían haber ascendido a unos $40.000 dólares a precios actuales en relación con los juegos olímpicos de 1948, mientras que se elevan a $3.300 millones los correspondientes a los de París 2024[1].

Las cifras alcanzadas globalmente por los derechos de emisión de eventos deportivos en el mundo son sustanciales. Según la consultora de marketing deportivo Two Circles, los ingresos llegaron a los $159.000 millones en 2023. Queda patente la hegemonía del fútbol, que acapara algo más de un tercio del total, seguido por el fútbol americano (12%), y el baloncesto (8%).



[1] Vid. The Economist, “The future of sport: the state of pay”, 27-7-2024.


29 de julio de 2024

“Universal basic income: the bad idea that never quite dies”

 

Con este título (que, con algunos matices, evoca el de un famoso libro de Kristian Niemietz), Chris Giles (Financial Times, 26-7-2024) pretende sintetizar los resultados de una investigación reciente, llevada a cabo por OpenResearch, sobre la aplicación de una renta básica universal. Aunque efectúa finalmente algunas matizaciones, viene a decir que, a raíz de las conclusiones de la referida investigación, “los débiles resultados deberían bastar para que todo el mundo aceptara que una ayuda financiera incondicional no tiene efectos mágicos. Vivimos en un mundo de alternativas difíciles”. El panorama que se desprende para una medida que “tiene el raro rasgo de seducir tanto a la izquierda política como a la derecha libertaria” no es, según su interpretación, muy prometedor.

Es cierto que en el estudio de OpenResearch se afirma que “cash alone cannot address challenges such as chronic health conditions, lack of childcare, or the high cost of housing”, pero se advierte de que “It is one piece of the puzzle, and the impact of the cash varied based on recipients' circumstances”, y de que “Understanding the limitations of the cash transfers is just as important as understanding the benefits”.

La investigación que se realiza tiene un carácter abierto, pero este tampoco está ausente de los resultados, pese al contundente título del artículo.



28 de julio de 2024

La maldición española y otras inconveniencias estadísticas

 

Hace muchos años, cuando no existía Internet, ni nada parecido, la búsqueda de indicadores estadísticos estaba supeditada a la disponibilidad de publicaciones impresas. El tiempo y las posibilidades de acceso se medían entonces de otra manera. Una vez que los informes aparecían en la hemeroteca, el pulso se aceleraba y la emoción era creciente cuando se comprobaba que el documento consultado contenía datos sobre la variable estudiada para una amplia gama de países. Primero surgía la duda, ya que podía deberse a un error de apreciación, cuando, en una primera inspección, no aparecía el nombre de España. La duda daba paso a la sorpresa, esta luego a la incredulidad para, finalmente, quedar sumido en la frustración. Inexplicablemente, el episodio se repetía una y otra vez. Parecía como si una maldición pesara sobre las estadísticas de origen hispano.

Con el paso del tiempo, ha habido mejoras impresionantes en la disponibilidad, accesibilidad y celeridad en la consulta de datos estadísticos, y en la cobertura de los diferentes países. Por eso, ahora resulta más llamativo encontrar informes y estudios en los que no aparezca información relativa a España. Particularmente, si se trata de una cuestión tan relevante como la distribución de la renta. Es lo que ocurre con un reciente informe de la OCDE, “Taxation and inequality” (julio 2024), en el que, en su primer capítulo, se recoge la evolución de la participación del 10% más rico de la población en la renta disponible, entre los años 1995 y 2022. Hay información de 34 países, pero no de España.

En la parte izquierda del gráfico se recogen aquellos países donde la referida participación ha aumentado. Los casos más notorios son los de Dinamarca y Bulgaria. Sin embargo, en Estados Unidos el porcentaje se mantiene prácticamente inalterado. En la parte derecha aparecen los países donde disminuye tal porcentaje. El caso más llamativo es el de Bolivia, pero entre ellos también se incluye el Reino Unido. Así, la evolución observada en algunos casos resulta significativa, en la medida en que vienen a desafiar las percepciones y las ideas comúnmente asumidas.



27 de julio de 2024

¿Qué pasa con Singapur?

 

“Un país que fue un pantano empobrecido es ahora un centro pujante de la economía global”. Así definían John Micklethwait y Adrian Wooldridge, en una conocida obra de 2014, el estado-ciudad de Singapur, considerado uno de los “milagros” de los últimos setenta años[1]. Algo pasa, o ha pasado, con Singapur. Según el 2024 IMD World Competitiveness Ranking, Singapur ocupa el primer lugar entre 67 economías del mundo analizadas en dicho estudio[2].

El índice de competitividad utilizado se basa en cuatro grupos de factores: actuación económica, eficiencia gubernamental, eficiencia empresarial, e infraestructuras. Concurren muchas singularidades en este pequeño país asiático, pero representa una especie de experimento natural en el que se han aplicado significativas medidas económicas en los ámbitos público y privado del que se pueden extraer valiosas enseñanzas.

El cuadro de sus indicadores en el “paisaje de competitividad” es casi inmaculado, si bien se ve sacudido por la nota obtenida en el apartado de precios y empañado por la de infraestructuras relativa a salud y medioambiente. Su actuación es particularmente robusta en las áreas de eficiencia gubernamental (la medida en que las políticas gubernamentales propenden a la competitividad) y eficiencia empresarial (cómo se comportan las empresas en términos de innovación, rentabilidad, y responsabilidad).

La trayectoria económica de Singapur es impresionante. Como destaca The Economist (11-5-2024), “en el momento de su independencia en 1965, el país era más pobre sobre la misma base que Suráfrica o Jordania… con una cifra en torno a $88.000, su PIB per cápita se ha duplicado en los últimos 20 años”.

Pese a estar a un día de viaje en avión (desfase horario incluido) desde la capital de la Costa del Sol, merecería la pena visitar la nación isleña para conocer in situ cuáles son los ejes en los que se ha sustentado su auténtico milagro económico, y las claves de sus asombrosos resultados educativos. Aunque quizás haya que contentarse con repasar algunos análisis como el arriba citado, o el más reciente de Armen Sarkissian, que ensalza el potencial del “club de los pequeños estados”.

Sin embargo, no hay que perder de vista que Singapur es uno de los países con mayor deuda pública del planeta, situada en el 170% del PIB. Pero, antes de sacar conclusiones inmediatas, conviene repasar las singularidades que también concurren, en dicha vertiente, en ese prodigio asiático. Según Toby Nangle, “Singapore has lessons for countries worrying about debt” (Financial Times, 28-3-2024), aunque las exponga de forma particularmente pedagógica.





[1] “The Fourth Revolution. The Global Race to Reinvent the State”; reseña en eXtoikos, nº 16, 2015.

26 de julio de 2024

"The gamification of the stock market"

 

Literalmente, “la jueguización del mercado de acciones”. Sí, pero, más significativamente, podría traducirse como lo siguiente: “si juegas con fuego, puedes acabar con un stock… de deuda”.

No es lo que quieren, desde luego, los millones de jóvenes de la India que se han convertido en activos operadores en el mercado de valores con la pretensión de hacerse ricos. Ciertamente, en los casinos hay gente que puede obtener grandes sumas de dinero, pero otras muchas pueden acabar en una situación de ruina total y, lo que es bastante peor, con un desenlace trágico.

Como se expone en un artículo reciente del Financial Times, estimulados por “influyentes influencers” online, millones de jóvenes han acumulado grandes cantidades de acciones y opciones, lo que ha atraído a inversores globales[1]. Uno de ellos, con más de 1 millón de seguidores, empezó invirtiendo $30.000 dólares en 2007, y su riqueza actual asciende a $12 millones. En 15 años, una rentabilidad acumulada del 39.900%. Para otros, sin embargo, las apuestas han sido menos afortunadas. En noviembre de 2023, un joven de 26 años, analista de software, se quitó la vida saltando desde una décima planta, en el edificio donde trabajaba en Chenai. La policía descubrió que tenía una deuda de $12.000 contraída para sus operaciones de trading.

Las llamadas “zero-day options”, derivados que expiran el mismo día en que se crean, han alcanzado un auge especial. La naturaleza de casino emerge sin tapujos en este tipo de operaciones. Según opiniones expertas, sólo un 1% de la masa enloquecida por el afán de lucro inmediato logra hacer dinero en ese siniestro fangal. ¡El volumen de trading nocional de opciones en el índice Nifty 50 ha llegado a promediar la cifra de 1,64 billones de dólares por día, superando la del S&P 500!

Aunque sólo los analistas registrados están autorizados para proveer recomendaciones financieras, los influencers siguen influenciado esgrimiendo que simplemente se limitan a proveer servicios educativos. Es posible que con los edufines, la moneda existente en Edufilandia, no se haga nadie rico, pero tampoco nadie corre el riesgo de arruinarse. Dentro de un programa de educación financiera es bueno hacer prácticas, pero no tanto practicar la mera especulación sin ningún tipo de fundamento económico.



[1] Vid. C. Kay y B. Parkin, “The Young Indians gambling on stocks”, Financial Times, 18-7-2024.


22 de julio de 2024

Un programa operativo de finanzas públicas

 

Un programa de ese porte, con más visos de materializarse, presumiblemente, si tiene un carácter postelectoral, se cimenta en una infalible tríada: culpabilizar (a los gobiernos anteriores, si son de otro signo político), apelar al endeudamiento público (o, lo que es lo mismo, trasladar la carga impositiva hacia el futuro), y gravar (introducir nuevas cargas fiscales, aumentar las ya existentes, o retirar beneficios fiscales). Se trata el anterior de un esquema que, según perspicaces analistas, se apresta a poner en práctica el nuevo gobierno británico, de signo laborista[1]. Antecedentes hay de que el primer componente de ese paquete de medidas se ha llevado a efectos cuando la transición ha sido desde el Labour Party a los tories. Los otros dos suelen ser más variables en función del color político del gobierno entrante.

Rachel Reeves, la nueva Chancellor of the Exchequer, ha marcado claramente el territorio, antes y después de la contienda electoral. En su opinión, su partido afronta “el peor conjunto de circunstancias desde la Segunda Guerra Mundial” (cabe suponer que se refiere desde su finalización). Por otro lado, mientras que tiene algo más fácil el recurso al endeudamiento, la elevación de la fiscalidad resulta una operación más complicada, después de haber hecho la promesa electoral de no elevar las cargas del impuesto sobre la renta, la seguridad social y el IVA. En cualquier caso, sí parece que solicitará más tiempo para revertir la deficiente herencia de los conservadores en materia de servicios públicos.



[1] Vid. C. Giles, “Labour’s moment to blame, borrow and tax”, Financial Times, 18-7-2024.


21 de julio de 2024

Cuando la degradación académica puede ser cuestión de grados

 

William D. Nordhaus fue galardonado con el Premio Nobel de Economía en 2018. La Real Academia Sueca de las Ciencias reconoció su labor de “integracion del cambio climático en el análisis macroeconómico a largo plazo… Su modelo integra teorías y resultados empíricos de la física, la química y la economía. El modelo de Nordhaus está ahora ampliamente extendido y es usado para simular cómo la economía y el clima co-evolucionan”.

En su conferencia de entrega del Premio (“Climate change: The Ultimate Challenge for Economics”, diciembre 2018) expone el modelo utilizado para simular la trayectoria de las temperaturas mundiales en distintos escenarios. Es cierto que, en uno de estos, la temperatura hacia 2100 podría ser superior a la actual en más de 4º C. Así, afirma (pág. 452) lo siguiente: “The base path (which is essentially the path the globe is following) continues to have rising temperature, passing 4°C by 2100”. Asimismo, indica que “In the DICE model, it is essentially infeasible to attain the stringent temperature target of 1.5°C, and the 2°C path requires negative emissions in the near term. Another finding, much more controversial, is that the cost-benefit optimum rises to over 3°C in 2100 – much higher than the international policy targets. Even with the much more pessimistic alternative damage function, the temperature path rises to 3°C in 2100”.

No obstante, Nicholas Stern y Joseph E. Stiglitz[1], basándose en el mismo texto de Nordhaus, consideran que este último atribuye el carácter de “óptimo” a tener políticas donde el escenario central conlleve un incremento de temperatura de 3,5ºC-4ºC. Y subrayan que “análisis como el de Nordhaus han hecho una serie de supuestos indefendibles que llevan a estas conclusiones falaces y peligrosas”.



[1] “Climate change and growth”,  Industrial and Corporate Change, 2023.


20 de julio de 2024

¿Ha llegado la hora de la revolución de la verificación?

 

Recibo un correo electrónico de Stuart Kirk, columnista del diario Financial Times, quien me dice que, a raíz de algunos de los últimos posts de este blog, ha escrito un artículo, titulado “In a fake world, a verification revolution is needed?” (19-7-2024). En él argumenta que, en un mundo donde la tecnología otorga, cada vez de forma más convincente y sofisticada, apariencia de verosimilitud y autenticidad a textos, imágenes, composiciones y creaciones de todo tipo, el hacer algo se convierte en menos importante que probar quién y cómo se ha hecho. Recuerda que cada vez es más frecuente ver los detalles del “making of” de los documentales, pero pronto, aventura, será necesario ver el “making of” del “making of”…

Los procesos de verificación y certificación son ya habituales en el mundo empresarial, y se extienden a una gama de cuestiones que no paran de ampliarse. Como tampoco los conflictos de intereses, que no son siempre fáciles de controlar. Kirk aboga por la apertura de las “cajas negras” de tales procesos.

Y considera que no sólo los artistas y los empresarios deben adoptar estrategias para probar la autenticidad: “Todos tenemos que hacerlo. Desde los estudiantes de secundaria (¿sólo estos?) que escriben ensayos para profesores escépticos hasta aquellos que trabajan desde sus casas… [que pueden] instalar una cámara permanente. [También] llevar un rastreador. Los músicos pueden grabarse ellos mismos mientras componen una canción, como hace Taylor Swift. A menos que un novelista difunda los metadatos de su teclado junto con su nuevo libro, podemos suponer que lo ha escrito ChatGPT”.

Admite que “tales intrusiones parecen orwellianas. Pero probar nuestra buena fe es el precio que tenemos que pagar para mantener la legitimación y la confianza. Demos gracias a Dios que de aún valoramos ambas, al menos”.

Después de leer el artículo de Stuart, he quedado convencido de su planteamiento. Por ello, me disponía a adjuntar el correo que mencionaba al principio, pero no lo encuentro en la bandeja, no sé si como consecuencia del desfallecimiento temporal de CrowdStrike. Ha desaparecido también como contacto, aunque tal vez venga su dirección al final del texto de su artículo. Pero, pensándolo bien, es probable que no conteste. Ni siquiera Edmundo me ha escrito para recordarme la efeméride del séptimo aniversario de BTV, que ha llegado sin apenas darme cuenta.



19 de julio de 2024

¿Qué podemos hacer respecto al déficit de vivienda?

 

Es un interrogante que, de forma cada vez más acuciante, se plantea en muchos países. No se trata de un problema exclusivo de España. También se suscita, por ejemplo, en Alemania, país sobre el que se cierne la sombra de volver a ser de nuevo “el hombre enfermo” de Europa. Pese al pesimismo generalizado que se desprende de algunos análisis económicos[1], hay economistas germanos que consideran que el problema de la vivienda tiene solución: “Die Wohnungskrise ist lösbar!”, proclama Clemens Fuest, Presidente del ifo Institute[2].

Según el Profesor Clemens, “un mercado de la vivienda que funcione adecuadamente cabría esperar que, típicamente, abordara estos desafíos [los problemas económicos derivados del déficit de vivienda]. Los déficits de vivienda y los alquileres crecientes idealmente deben incentivar a los inversores a construir más viviendas o convertir unidades ocupadas por sus propietarios en viviendas en alquiler. Sin embargo, los alquileres responden sólo modestamente a estas escaseces cambiantes debida a los controles del alquiler, los límites al alquiler, y otras regulaciones que limitan estrictamente los incrementos, particularmente para los alquileres existentes. Esto perjudica la eficiencia global del mercado de la vivienda…. Adicionalmente, los controles del alquiler reducen el atractivo para que los inversores desarrollen nuevas viviendas y los llevan a convertir unidades en alquiler en apartamentos ocupados por propietarios”.

¿Qué medidas pueden adoptarse?, se plantea. Entre otras, señala las siguientes: i) introducir incentivos fiscales para la construcción de viviendas; ii) revisar los estándares de construcción a fin de reducir los costes de construcción; iii) aprobación automática de las licencias de construcción si la administración no contesta dentro del plazo estipulado; iv) asignación de más suelo para la construcción; y v) en caso de que no haya voluntad de relajar los controles del alquiler, considerar la mejora de los instrumentos para garantizar los pagos del alquiler.

Es la anterior una visión particular, entre otras que también se sugieren. Antes de entrar a debatir propuestas concretas, puede ser conveniente despejar las dudas sobre el significado de algunas cuestiones básicas: ¿debe considerarse la vivienda un bien de mercado o u bien no de mercado?; ampliamente reconocida como un bien social, ¿es la vivienda un bien colectivo o un bien individual?; ¿debe favorecerse el régimen de propiedad frente al alquiler, o lo contrario, o más bien debe haber una neutralidad de las políticas públicas?; ¿está justificado el uso de recursos públicos, vía incentivos fiscales o mediante transferencias, para favorecer el acceso a la vivienda?; ¿cuál debe ser el alcance del derecho de propiedad de una vivienda?...



[1] Vid. M. Wolf, “Is Is Germany the ‘sick man’ of Europe once again?”, Financial Times, 16-7-2024.

[2] “ifo Vierpoint 259: what can be done about the housing shortage?”, ifo, 11-6-2024.


18 de julio de 2024

La disyuntiva de los sistemas electorales: mayoría vs proporcionalidad

En un régimen democrático, prevalece, teóricamente, la voluntad popular a la hora de determinar la mayoría parlamentaria y, de ahí, la configuración del gobierno. Sin embargo, una misma voluntad popular, expresada como agregación de los votos individuales, puede dar lugar a resultados muy dispares según cuál sea la regla de votación que se aplique[1]. Las recientes elecciones británicas son buena prueba de ello.

Según el sistema electoral vigente, mayoritario, conocido como “first-past-the-post”, respecto a una circunscripción, el candidato que obtiene el mayor número de votos gana el escaño. Los votos de los restantes candidatos en la circunscripción carecen de valor, se pierden completamente. Si se mide por la diferencia entre el porcentaje de votos y el de escaños en el Parlamento, dichas elecciones han sido las más sesgadas en la historia de Gran Bretaña. Con un 34% de los votos, los laboristas han obtenido el 63% de los escaños. Con un sistema de representación proporcional, habrían conseguido 236, en lugar de 411. Necesitaron menos de 24.000 votos por cada escaño, mientras que Reform UK necesitó bastante más de 800.000[2].

Todo sistema electoral tiene ventajas e inconvenientes. El mayoritario posibilita gobiernos con una mayoría estable[3]. En cambio, la representación proporcional puede fomentar la aparición de partidos más pequeños, más extremos. Es lo que subraya The Economist, que, para fundamentar su propuesta de abordar la reforma del sistema electoral con calma, recuerda que “los sistemas de representación proporcional pura pueden llevar a una forma diferente de ilegitimidad, a medida que las coaliciones y sus programas se forman y se deshacen más allá del escrutinio de los votantes”. La fragmentación política existente en Gran Bretaña invita a reformar el sistema electoral, aunque, según el semanario, no ahora, sino con vistas al año 2029.



[1] Vid.: https://neotiempovivo.blogspot.com/2018/06/elecciones-democraticas-y-reglas-de.html

[2] Vid. The Economist, “Electoral reform: Lord, make us proportional – but not yet”, 13-7-2024.

[3] Vid. The Economist, “Electoral reform: disproportional representation”, 13-7-2024.



17 de julio de 2024

Acerca del “single tax” y la resiliencia financiera

 

Si alguien lee el título “How the ‘single tax’ can break financial resilience” (Claer Barrett, Financial Times, 13-7-2024), es bastante probable que se sienta intrigado acerca del efecto que el “impuesto único” pueda causar sobre la “resiliencia financiera”, aunque no se sepa muy bien de quién.

La intriga, sin embargo, desaparece pronto, para dar paso a la decepción, cuando se comprueba que, realmente, el “single tax” no es el “single tax” de George, es decir, el impuesto único sobre la tierra, sino un impuesto espurio, el denominado, impropia e indebidamente, “impuesto a la soltería”.

El término “impuesto” se utiliza en la práctica con demasiada laxitud. Por “single tax” entiende la autora del citado artículo los mayores costes económicos individuales en los que incurre una persona que vive sola, en comparación con los correspondientes a una pareja. Podríamos considerar que se trata de “deseconomías de escala”, que derivan de la imposibilidad de compartir, y, por tanto, de reducir en términos per cápita, el coste de algunos gastos domésticos fijos.

Al margen de este aspecto, hay otra serie de supuestos en los que las parejas en encuentran en mejor posición financiera que las personas solitarias, que padecen una discriminación en tarifas de servicios o en normas fiscales. Según diversos informes, en Reino Unido una elevada proporción de las personas que viven solas tienen niveles muy bajos de resiliencia financiera.



16 de julio de 2024

¿Escándalo en las aulas?

 

No se anda The Economist por las ramas al exponer su diagnóstico sobre el sistema educativo en la mayoría de los denominados países desarrollados. “School scandal” es el artículo (13-7-2024) en el que se sintetiza un informe monográfico especial.

El foco está puesto en el nivel educativo de los adolescentes, que muestran un deterioro patente en sus destrezas de comprensión lectora y matemáticas: “Un alumno típico en un país de la OCDE no exhibía mejores conocimientos en lengua y matemáticas cuando arrancó la pandemia del coronavirus que los niños examinados 15 años antes… la educación en el mundo rico está estancada. Esto debe preocupar tanto a los padres como a los políticos”.

Entre las causas se incluyen las siguientes: i) las dificultades idiomáticas afrontadas por los estudiantes de familias inmigrantes; ii) la distracción originada por los teléfonos móviles: iii) la disrupción de la pandemia, en la medida en que “muchos gobiernos cerraron los colegios durante demasiado tiempo, estimulados por los sindicatos de profesores, y los niños perdieron el hábito de estudiar”; y iv) directrices políticas que llevan a rebajar los niveles de exigencia, dado que se considera que las actividades docentes están muy sesgadas contra las minorías, y, además, hay que proteger la salud mental de los adolescentes eliminando o relajando los exámenes y los deberes en casa.

Según The Economist, el “pensamiento caprichoso” es enemigo del rigor, y se ha instalado una tendencia a basar los currículos en “habilidades” vagamente definidas, mientras que el aprendizaje de hechos se ve como algo chapado a la antigua. En su lugar, se aboga por que los políticos se centren en los fundamentales: “Deben defender la realización de pruebas rigurosas, suprimir la inflación de grados y dejar espacio a las escuelas… que ofrezcan elección a los padres. Deben pagar salarios competitivos para contratar a los mejores profesores y desafiar a los sindicatos a despedir a los que tengan un bajo desempeño”.

No obstante, es casi inevitable que surja una duda: “School scandal", or ‘At good hours green sleeves’?



15 de julio de 2024

La verdad como bien colectivo: una taxonomía básica

 

No hace mucho, se abordaba aquí la consideración de la verdad como un bien colectivo. Como en otros supuestos, la aplicación de los criterios clasificatorios de los bienes y servicios puede aportar una perspectiva de interés.

La verdad se presta a ese enfoque, si bien con una serie de matices y singularidades. De entrada, ante un bien o servicio cualquiera, solemos poder tomar conciencia de lo que es o de lo que significa, especialmente si, como en el caso de los bienes, existe una materialidad tangible. Pero, ante una proposición, una idea, una información o una formulación, ¿cómo podemos tener la certeza de que se trata de una verdad?

Una de las acepciones de verdad contenidas en el Diccionario de la RAE es esta: “Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente”. En el ámbito del conocimiento científico, tal vez podamos esperar -no siempre- al dictamen de la comunidad científica, pero no en la vida social. Casi todo lo que no sean principios y valores puede someterse a contraste, pero ¿quién está facultado para enjuiciar, con qué medios, durante cuánto tiempo…?

Admitiendo que hay una realidad objetiva, no interpretable, nos encontramos con que, en la práctica, aparecen cuatro posibilidades en función de la aplicación de dos criterios: el de la autenticidad y el de la percepción social. De las cuatro situaciones resultantes, sólo dos de ellas corresponden a bienes…

Una vez más, recordar la clarividencia de Jean-François Revel sirve como faro que alerta a quien camina por las tinieblas. Lo malo es que, muchas veces, no somos conscientes de que éstas han aparecido:

“Las sociedades abiertas son a la vez la causa y el efecto de la libertad de informar y de informarse. La democracia no puede vivir sin una cierta dosis de verdad… La información en la democracia es tan libre, tan sagrada, por haberse hecho cargo de la función de contrarrestar todo lo que oscurece el juicio de los ciudadanos, últimos decisores y jueces del interés general. Pero ¿qué sucede si es la información la que se la ingenia para oscurecer el juicio de los jueces?”.



14 de julio de 2024

Enjuiciamiento de Sowell a la justicia social

 

Thomas Sowell, legendario economista estadounidense de 94 años, lleva tiempo enjuiciando la justicia social. Es frecuente que, ante la valoración de las políticas económicas y sociales, nos dejemos llevar por alguna tendencia apriorística, determinada por una posición ideológica o una visión del mundo. Sowell propone adoptar un enfoque apoyado en tres pilares, que es difícil rechazar de antemano: el razonamiento filosófico, la argumentación económica y, sobre todo, los datos de la experiencia.

Es la metodología que despliega en su libro “Falacias de la justicia social” (Deusto, 2024). Toda justicia es inherentemente social. ¿Puede alguien ser justo o injusto en una isla desierta?, pregunta desde hace años. El núcleo de la visión de la justicia social reside en el supuesto de que, dado que las desigualdades entre las personas superan con creces cualquier diferencia entre sus condiciones innatas, tales disparidades han de percibirse necesariamente como la evidencia de los efectos de la explotación y la discriminación. Sowell trata de rebatir este planteamiento señalando que hay minorías subordinadas que han logrado históricamente, en algunas parcelas, mejores resultados económicos que las mayorías dominantes, e introduce el concepto de desigualdades recíprocas: algunos grupos se encuentran rezagados en la consecución de ciertos logros, pero destacan en otros. Y aduce que hay factores ajenos a la discriminación que pueden explicar las diferencias en los resultados.

Por otra parte, resalta que las disparidades estadísticas entre grupos raciales no pueden atribuirse mecánicamente a la raza, ya sea por causas genéticas o por discriminación. Hay varios aspectos que influyen en la desigualdad de los ingresos, entre ellos, las diferencias en la proporción de familias monoparentales, o en patrones de comportamiento. Rememora la inclinación del “progresismo” estadounidense, en su etapa inicial, hacia el determinismo genético. Entre los episodios que menciona, algunos -difíciles de creer- llaman poderosamente la atención, como la consideración, atribuida a un máximo mandatario, de que había personas que eran inferiores. En la etapa posterior de dicha corriente, la teoría de los genes fue reemplazada por la discriminación racial como explicación automática de las diferencias grupales en los resultados económicos y sociales. Sowell cree encontrar un nexo común en esas dos etapas: la impermeabilidad a las pruebas o conclusiones que contradijeran sus propias creencias.

El tercer grupo de posibles falacias se congrega en torno a un símil ajedrecístico. En la aplicación de políticas redistributivas se considera que los individuos afectados son piezas inertes en un tablero de ajedrez. Sin embargo, no suele ser así, y las medidas económicas tienen efectos, a veces contraproducentes. En el apartado dedicado al conocimiento, cuestiona a Rousseau y a otros pensadores, que, pese a postular que la sociedad debe guiarse por la ‘voluntad popular’, abogan por dejar la interpretación de esa voluntad en manos de las élites. Alude a Hayek como figura destacada en la oposición a la presunta superioridad de los intelectuales como guías o sustitutos de otras personas, bajo la pretensión de su omnicompetencia: “Las políticas basadas en la visión de la justicia social tienden a asumir no sólo una concentración del conocimiento trascendental en las élites intelectuales, sino también una concentración de las causas de las disparidades socioeconómicas en otras personas… [y tienen] una dependencia de afirmaciones sin fundamentos basadas en el consenso de las élites, tratadas como si eso equivaliera a hechos documentados”.

Para Sowell, ni la sociedad ni el gobierno tienen un control causal o una responsabilidad moral que se extienda a todo lo que ha salido bien o mal en la vida de cada persona. Asimismo, entiende que “una visión global predominante no tiene por qué producir ninguna prueba objetiva cuando la retórica y la repetición pueden ser suficientes para lograr sus objetivos, sobre todo cuando se pueden ignorar o suprimir puntos de vista alternativos”.

Y deja una reflexión final: “Quizás lo más sorprendente de todo sea que muchos defensores de la justicia social han mostrado poco o ningún interés por ejemplos notables de progreso de los pobres, cuando ese progreso no se basaba en el tipo de política promovida en nombre de la justicia social… Eso plantea al menos la cuestión de si las prioridades de los defensores de la justicia social son los propios pobres o la visión del mundo de los defensores de la justicia social y su propio papel en esa visión”. Duro e incisivo, ciertamente, el enjuiciamiento realizado por Sowell, afortunadamente, debatible y contrastable en una sociedad libre: ¿“So-well”, o “Not-so-well”?, ¿“So-well-come”, o “So-fare-well”? Algo que no es factible si se da la inquietante opción evocada por un conocido seudónimo: “Or-well”.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)



13 de julio de 2024

El canon de Mairena sobre la crítica

 

Muchas son las enseñanzas contenidas en la obra “Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo” que Antonio Machado nos legó a través de su inefable profesor Juan de Mairena. En relación con la práctica de la crítica literaria o artística, recoge lo que podríamos considerar un canon apreciable cuya aplicación generalizada, en esos y otros ámbitos, permitiría cosechar importantes beneficios comunitarios:

“Si alguna vez cultiváis la crítica literaria o artística, sed benévolos. Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin o conformidad con lo inepto, sino voluntad del bien, en vuestro caso, deseo ardiente de ver realizado el milagro de la belleza. Sólo con esta disposición de ánimo la crítica puede ser fecunda. La crítica malévola que ejercen avinagrados y melancólicos es frecuente en España, y nunca descubre nada bueno. La verdad es que no lo busca ni lo desea.

Esto no quiere decir que la crítica malévola no coincida más de una vez con el fracaso de una intención artística. ¡Cuántas veces hemos visto una comedia mala sañudamente lapidada por una crítica mucho peor que la comedia!... ¿Ha comprendido usted, señor Martínez?

Martínez.- Creo que sí.

Mairena.- ¿Podría usted resumir lo dicho en pocas palabras?

Martínez.- Que no conviene confundir la crítica con las malas tripas.

Mairena.- Exactamente.

Más de una vez, sin embargo, la malevolencia, el odio, la envidia han aguzado la visión del crítico para hacerle advertir, no lo que hay en las obras de arte, pero sí algo de lo que falta en ellas. Las enfermedades del hígado y del estómago han colaborado también con el ingenio literario. Pero no han producido nada importante”.

Especialmente recomendable sería el respeto del canon maireniano en el campo de las evaluaciones de los trabajos académicos. Ya se sabe que el amparo del anonimato abre las puertas a mayores licencias expresivas. Recuerdo el caso de un incipiente investigador a quien uno de los evaluadores de un artículo que había remitido a una revista elitista le espetó que su estilo literario era deplorable incluso para los deficientes estándares de los economistas. El pesar causado por el rechazo del original fue menor que ese reproche, para una persona que era tenida, en su entorno, como un brillante literato dentro del mundo económico. Pese a su enorme desazón, no tuvo reparo en mostrar a sus allegados el contenido del informe de evaluación, que llegó a provocarle un trauma y, a la postre, le llevó a abandonar la carrera universitaria.



12 de julio de 2024

“(Their) love is not there to stay”

 

Fue la última canción compuesta por el gran George Gershwin antes de su fallecimiento. Al principio pasó un tanto desapercibida. Sin embargo, a partir de la interpretación de Gene Kelly en la película “An American in Paris” se convirtió en un éxito. La canción llegó para quedarse, “not for a year, but forever and a day”.

Aunque ese mismo plazo pueda ser la aspiración de una entidad bancaria con vocación de longevidad, sustentada en una rentabilidad adecuada, el reto no está al alcance de cualquiera… remembering Siena. La rentabilidad bancaria no siempre es flor de un día, pero, desde luego, la obtención de altas tasas durante un período no garantiza que la situación vaya a prevalecer sine die. Esa es, sin embargo, la impresión que parecen tener algunos responsables políticos de distintos países europeos cuando abogan por convertir en definitivos los gravámenes establecidos sobre beneficios supuestamente extraordinarios.

Un reciente trabajo del FMI (R. Chen et al., “Bank profitability in Europe: not here to stay”. IMF WP/24/12) se ocupa de analizar la cuestión en el contexto actual del sistema bancario europeo. En dicho trabajo se recuerda que, en un proceso de transmisión más lento de los mayores tipos de interés a los depósitos que a los préstamos, los márgenes de intereses netos (diferencia entre los ingresos por intereses derivados de los activos menos los pagos de intereses por los pasivos) aumentaron fuertemente en 2023.

A partir de un estudio de los datos históricos de más de 2.500 bancos europeos, los autores del estudio concluyen que los beneficios anormalmente elevados comenzarán a desvanecerse pronto, en cuanto la renta de intereses disminuya por los menores tipos de interés establecidos por la política monetaria.

En consecuencia, señalan que cualquier respuesta de política económica ante el reciente aumento de la rentabilidad bancaria debe considerar que, probablemente, los beneficios son transitorios, en gran medida un efecto colateral del rápido incremento de los tipos de interés por los bancos centrales desde unos niveles negativos en los que se mantuvieron durante ocho años hasta mediados de 2022, y también debido a una limitada competencia por los depósitos entre los bancos europeos, en una fase de altos niveles de liquidez bancaria.

Memento mori… Es éste un adagio que conviene tener siempre presente. Mucha liquidez, mucho capital y, sobre todo, mucha prudencia, son ingredientes imprescindibles para tratar de plantarle cara a ese destino que, casi indefectiblemente, lleva a las entidades bancarias a asomarse, en algún momento, al precipicio. El título de la canción de Gershwin, a veces, quizás milagrosamente, puede hacerse realidad. Más complicado es el desafío si hablamos de “profitability”, en lugar de “love”, que aquélla sí tiene garantizado.



11 de julio de 2024

¿Han recuperado los salarios su nivel prepandémico?

 

Hace cuatro años estábamos inmersos en la terrible pandemia del coronavirus. Una etapa de auténtica pesadilla que parece mucho más lejana en el tiempo. Con independencia de las apariencias, mucho es lo acontecido desde entonces, y mucho lo especulado sobre lo que iba a acaecer en el terreno económico. El impacto de la crisis sanitaria y de los procesos subsiguientes (cuellos de botella de los suministros, repliegue parcial de la globalización, conflictos bélicos, inflación, aumento de los tipos de interés, medidas fiscales…) sobre los distintos sectores económicos y sociales es una de las cuestiones que ha venido acaparando la atención.

La OCDE, a través del informe OECD Employment Outlook 2024, proporciona una ilustrativa información acerca de la evolución de los salarios reales en los países integrantes de dicha organización. Como puede apreciarse en el gráfico adjunto, hay una serie de países (16 de los 35 con datos disponibles), entre los que se encuentra España, en los que el nivel de los salarios en el primer trimestre de 2024 es todavía inferior al existente en el último trimestre de 2019. Para obtener una visión más precisa de la tendencia de la capacidad adquisitiva de los salarios es necesario incorporar, entre otros factores, el impacto de la imposición directa, aspecto especialmente en un contexto de inflación.





10 de julio de 2024

Detener el cambio climático tenía un precio

 

Desafortunadamente, ya no. Ojalá que, dentro de un tiempo, todavía indeterminado, alguien no tenga que pronunciar ese lamento, una vez que se hubiese superado el punto de no retorno, y nuestro planeta se convirtiese en un lugar completamente inhabitable.

Es un escenario desgarrador, más que posible, probable, a tenor de las proyecciones de lo que ha dado en llamarse “consenso científico”. A día de hoy, según parece, la situación aún no es irreversible y la evitación del cambio climático todavía es factible. Sin embargo, no lo será si todo queda al albur de las fuerzas del libre mercado. Es, en suma, la tesis que sostiene Martin Wolf, y que da título a un reciente artículo: “Market forces will not halt climate change” (Financial Times -FT-, 3-7-2024). En él se señala que “es claro por ahora que las predicciones pasadas del calentamiento global han demostrado ser en gran medida correctas. Persistir con escepticismo es inmoral y estúpido”.

Según Wolf, dos son las ideas que están en el centro de los intentos para frenar el cambio climático: descarbonizar la electricidad y electrificar la economía. El panorama no es positivo, no se espera un cambio inmediato, y hay un factor que lo dificulta: “simplemente, la gente no quiere pagar el precio de descarbonizar la economía”. Un dato es bastante demoledor: la producción de electricidad generada por combustible fósiles alcanzó en 2023 su máximo histórico. La cuota de la electricidad producida de esa forma ha disminuido desde el 67% en 2015 al 61% en 2023, pero la producción global de la electricidad creció un 23% en esos 8 años.

Wolf atribuye al “deseo de personas y empresas, en países emergentes y en desarrollo, de disfrutar de estilos de vida de los países de alta renta, intensivos en energía” la explicación de ese “crecimiento explosivo de la generación de electricidad.

El editor económico jefe del FT se hace eco de la existencia de movimientos partidarios del “de-crecimiento”, pero considera que “detener el crecimiento, incluso si fuera políticamente aceptable (¡que no lo es!), no eliminaría la demanda de electricidad. Ello requeriría, en su lugar, revertir el crecimiento de los últimos 150 años”.

Como única solución apunta una descarbonización más rápida y, así, una mayor inversión en electricidad generada por renovables, incluyendo la energía nuclear. Hay que partir de “reconocer que, a pesar de todo lo hablado, las emisiones no están cayendo y así tanto los stocks de gases de efecto invernadero en la atmósfera y las temperaturas globales están subiendo”. Más peligrosos que los partidarios del “decrecimiento” son, en su opinión, sus opuestos, los partidarios del mercado libre y los nacionalistas.       

Confiesa que, hasta hace poco, aún esperaba que las fuerzas del mercado podrían dirigir el mundo hacia las energías renovables de una manera bastante rápida, pero “esto no parece ya plausible, puesto que la senda para el cambio a las renovables necesita ser acelerada grandemente”. Aludiendo a Brett Christophers, autor de la obra “The price is wrong: why capitalism won’t save the planet”, apunta que una combinación de fuertes impuestos sobre el carbono, subsidios de largo plazo y cambios en el diseño de los mercados de electricidad pueden ser medidas necesarias.

El mercado -concluye- no resolverá el fallo del mercado que representa el cambio climático: “Hablamos mucho. Pero vemos que es imposible en la práctica actuar según la escala que se precisa. Esto es un fallo trágico”.

Aparte de las medidas indicadas, Wolf no aborda explícitamente la opción de un sistema económico alternativo al capitalismo. A tenor de los abundantes registros históricos existentes, ¿cabría perfilar a los regímenes comunistas como garantes de la preservación del medioambiente y eficaces combatientes del cambio climático? ¿Podrían ser un faro de esperanza para corregir la mayor de las externalidades, la asociada al clima?                         


     

9 de julio de 2024

Sorpresas económicas británicas

 

El resultado de las recientes elecciones generales en Reino Unido no ha causado demasiada sorpresa, pero sí lo ha hecho la divulgación de determinados aspectos concernientes a la esfera de la Economía Política. Algunos de los recogidos por Chris Giles en un artículo (“Labour must always choose growth over redistribution”, Financial Times, 4-7-2024) publicado el día de la cita electoral pueden adscribirse a esa categoría.

Uno de ellos, referido a una cuestión que suele atenderse como una declaración de principios, alude a la tarea gubernamental de mejorar el bienestar material de los ciudadanos en el sentido de “más dinero en mi bolsillo”. Dicen los liberales que el mejor sitio donde está el dinero, y, sobre todo, la capacidad de su utilización, es el bolsillo de los ciudadanos. Es preciso leer el texto varias veces para tomar conciencia de que esa proclamación no proviene de las filas liberales o conservadoras, sino de las laboristas, por boca del ya electo Prime Minister, Keir Starmer. Por si hubiese alguna duda, según reseña Giles, “en su misión de mejorar el nivel de vida, el líder laborista ha puesto el dedo en la llaga sobre lo que realmente importa a la gente – un sentido de que sus propias finanzas mejorarán a lo largo de los próximos cinco años”.

El mismo Giles recuerda que “no hay duda de que los últimos 14 años han visto un progreso miserable en el nivel de vida”, pero destaca como “más interesante” un hecho completamente inesperado en la evolución de la distribución de la renta: “A pesar de un enorme aumento en el uso de bancos de alimentos y de los recortes en la seguridad social para las familias en edad de trabajar, la sorpresa es que son las familias más pobres las que lo han hecho mejor que el resto del Reino Unido”. Tomando datos de la Resolution Foundation, constata que “sólo el 20% más bajo en la distribución de la renta vio ganancias reales en el último parlamento… Y a pesar de que los pobres se vieron golpeados más fuertemente en sus bolsillos por los anteriores años de austeridad, las ganancias de renta fueron mayores para la familias pobres que para las ricas”.

Una de las explicaciones aportadas no tiene desperdicio como fuente de enseñanzas económicas. Así, se destaca que “el crecimiento del empleo fue lo suficientemente fuerte para hacer crecer las rentas mientras las prestaciones se reducían”, y “fue quizás el efecto de las condiciones estrictas en el sistema de prestaciones lo que forzó a la gente a obtener un empleo”. Remata Giles su comentario sobre este punto señalando que “estos son números remarcables y ha habido una cierta conspiración de silencio en el mundo de la investigación sobre su explicación”.

El prestigioso columnista, a partir de los hechos observados, no se abstiene de señalar cuál debe ser la misión de Starmer: “crear crecimiento y riqueza debe ser el primer, el segundo y el tercer instinto de los laboristas”. El crecimiento, antes que la redistribución. Si hay crecimiento, puede haber redistribución; es algo más difícil que se invierta la secuencia.



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