No hace mucho, se abordaba aquí la consideración de la verdad
como un bien colectivo. Como en otros supuestos, la aplicación de los criterios
clasificatorios de los bienes y servicios puede aportar una perspectiva de
interés.
La verdad se presta a ese enfoque, si bien con una serie de
matices y singularidades. De entrada, ante un bien o servicio cualquiera, solemos
poder tomar conciencia de lo que es o de lo que significa, especialmente si,
como en el caso de los bienes, existe una materialidad tangible. Pero, ante una
proposición, una idea, una información o una formulación, ¿cómo podemos tener
la certeza de que se trata de una verdad?
Una de las acepciones de verdad contenidas en el Diccionario
de la RAE es esta: “Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente”.
En el ámbito del conocimiento científico, tal vez podamos esperar -no siempre-
al dictamen de la comunidad científica, pero no en la vida social. Casi todo lo
que no sean principios y valores puede someterse a contraste, pero ¿quién está
facultado para enjuiciar, con qué medios, durante cuánto tiempo…?
Admitiendo que hay una realidad objetiva, no interpretable,
nos encontramos con que, en la práctica, aparecen cuatro posibilidades en función
de la aplicación de dos criterios: el de la autenticidad y el de la percepción
social. De las cuatro situaciones resultantes, sólo dos de ellas corresponden a
bienes…
Una vez más, recordar la clarividencia de Jean-François Revel
sirve como faro que alerta a quien camina por las tinieblas. Lo malo es que,
muchas veces, no somos conscientes de que éstas han aparecido:
“Las sociedades abiertas son a la vez la causa y el efecto de
la libertad de informar y de informarse. La democracia no puede vivir sin una
cierta dosis de verdad… La información en la democracia es tan libre, tan
sagrada, por haberse hecho cargo de la función de contrarrestar todo lo que
oscurece el juicio de los ciudadanos, últimos decisores y jueces del interés
general. Pero ¿qué sucede si es la información la que se la ingenia para
oscurecer el juicio de los jueces?”.