27 de julio de 2024

¿Qué pasa con Singapur?

 

“Un país que fue un pantano empobrecido es ahora un centro pujante de la economía global”. Así definían John Micklethwait y Adrian Wooldridge, en una conocida obra de 2014, el estado-ciudad de Singapur, considerado uno de los “milagros” de los últimos setenta años[1]. Algo pasa, o ha pasado, con Singapur. Según el 2024 IMD World Competitiveness Ranking, Singapur ocupa el primer lugar entre 67 economías del mundo analizadas en dicho estudio[2].

El índice de competitividad utilizado se basa en cuatro grupos de factores: actuación económica, eficiencia gubernamental, eficiencia empresarial, e infraestructuras. Concurren muchas singularidades en este pequeño país asiático, pero representa una especie de experimento natural en el que se han aplicado significativas medidas económicas en los ámbitos público y privado del que se pueden extraer valiosas enseñanzas.

El cuadro de sus indicadores en el “paisaje de competitividad” es casi inmaculado, si bien se ve sacudido por la nota obtenida en el apartado de precios y empañado por la de infraestructuras relativa a salud y medioambiente. Su actuación es particularmente robusta en las áreas de eficiencia gubernamental (la medida en que las políticas gubernamentales propenden a la competitividad) y eficiencia empresarial (cómo se comportan las empresas en términos de innovación, rentabilidad, y responsabilidad).

La trayectoria económica de Singapur es impresionante. Como destaca The Economist (11-5-2024), “en el momento de su independencia en 1965, el país era más pobre sobre la misma base que Suráfrica o Jordania… con una cifra en torno a $88.000, su PIB per cápita se ha duplicado en los últimos 20 años”.

Pese a estar a un día de viaje en avión (desfase horario incluido) desde la capital de la Costa del Sol, merecería la pena visitar la nación isleña para conocer in situ cuáles son los ejes en los que se ha sustentado su auténtico milagro económico, y las claves de sus asombrosos resultados educativos. Aunque quizás haya que contentarse con repasar algunos análisis como el arriba citado, o el más reciente de Armen Sarkissian, que ensalza el potencial del “club de los pequeños estados”.

Sin embargo, no hay que perder de vista que Singapur es uno de los países con mayor deuda pública del planeta, situada en el 170% del PIB. Pero, antes de sacar conclusiones inmediatas, conviene repasar las singularidades que también concurren, en dicha vertiente, en ese prodigio asiático. Según Toby Nangle, “Singapore has lessons for countries worrying about debt” (Financial Times, 28-3-2024), aunque las exponga de forma particularmente pedagógica.





[1] “The Fourth Revolution. The Global Race to Reinvent the State”; reseña en eXtoikos, nº 16, 2015.

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