El
resultado de las recientes elecciones generales en Reino Unido no ha causado
demasiada sorpresa, pero sí lo ha hecho la divulgación de determinados aspectos
concernientes a la esfera de la Economía Política. Algunos de los recogidos por
Chris Giles en un artículo (“Labour must always choose growth over redistribution”,
Financial Times, 4-7-2024) publicado el día de la cita electoral pueden adscribirse
a esa categoría.
Uno
de ellos, referido a una cuestión que suele atenderse como una declaración de
principios, alude a la tarea gubernamental de mejorar el bienestar material de
los ciudadanos en el sentido de “más dinero en mi bolsillo”. Dicen los
liberales que el mejor sitio donde está el dinero, y, sobre todo, la capacidad
de su utilización, es el bolsillo de los ciudadanos. Es preciso leer el texto
varias veces para tomar conciencia de que esa proclamación no proviene de las
filas liberales o conservadoras, sino de las laboristas, por boca del ya electo
Prime Minister, Keir Starmer. Por si hubiese alguna duda, según reseña
Giles, “en su misión de mejorar el nivel de vida, el líder laborista ha puesto
el dedo en la llaga sobre lo que realmente importa a la gente – un sentido de que
sus propias finanzas mejorarán a lo largo de los próximos cinco años”.
El
mismo Giles recuerda que “no hay duda de que los últimos 14 años han visto un
progreso miserable en el nivel de vida”, pero destaca como “más interesante” un
hecho completamente inesperado en la evolución de la distribución de la renta: “A
pesar de un enorme aumento en el uso de bancos de alimentos y de los recortes
en la seguridad social para las familias en edad de trabajar, la sorpresa es
que son las familias más pobres las que lo han hecho mejor que el resto del
Reino Unido”. Tomando datos de la Resolution Foundation, constata que “sólo el
20% más bajo en la distribución de la renta vio ganancias reales en el último
parlamento… Y a pesar de que los pobres se vieron golpeados más fuertemente en
sus bolsillos por los anteriores años de austeridad, las ganancias de renta
fueron mayores para la familias pobres que para las ricas”.
Una
de las explicaciones aportadas no tiene desperdicio como fuente de enseñanzas
económicas. Así, se destaca que “el crecimiento del empleo fue lo suficientemente
fuerte para hacer crecer las rentas mientras las prestaciones se reducían”, y “fue
quizás el efecto de las condiciones estrictas en el sistema de prestaciones lo
que forzó a la gente a obtener un empleo”. Remata Giles su comentario sobre
este punto señalando que “estos son números remarcables y ha habido una cierta conspiración
de silencio en el mundo de la investigación sobre su explicación”.
El
prestigioso columnista, a partir de los hechos observados, no se abstiene de señalar
cuál debe ser la misión de Starmer: “crear crecimiento y riqueza debe ser el
primer, el segundo y el tercer instinto de los laboristas”. El crecimiento,
antes que la redistribución. Si hay crecimiento, puede haber redistribución; es
algo más difícil que se invierta la secuencia.