Fue
la última canción compuesta por el gran George Gershwin antes de su
fallecimiento. Al principio pasó un tanto desapercibida. Sin embargo, a partir
de la interpretación de Gene Kelly en la película “An American in Paris”
se convirtió en un éxito. La canción llegó para quedarse, “not for a year,
but forever and a day”.
Aunque
ese mismo plazo pueda ser la aspiración de una entidad bancaria con vocación de
longevidad, sustentada en una rentabilidad adecuada, el reto no está al alcance
de cualquiera… remembering Siena. La rentabilidad bancaria no siempre es
flor de un día, pero, desde luego, la obtención de altas tasas durante un
período no garantiza que la situación vaya a prevalecer sine die. Esa
es, sin embargo, la impresión que parecen tener algunos responsables políticos
de distintos países europeos cuando abogan por convertir en definitivos los gravámenes
establecidos sobre beneficios supuestamente extraordinarios.
Un
reciente trabajo del FMI (R. Chen et al., “Bank profitability in Europe: not
here to stay”. IMF WP/24/12) se ocupa de analizar la cuestión en el
contexto actual del sistema bancario europeo. En dicho trabajo se recuerda que,
en un proceso de transmisión más lento de los mayores tipos de interés a los
depósitos que a los préstamos, los márgenes de intereses netos (diferencia
entre los ingresos por intereses derivados de los activos menos los pagos de
intereses por los pasivos) aumentaron fuertemente en 2023.
A
partir de un estudio de los datos históricos de más de 2.500 bancos europeos,
los autores del estudio concluyen que los beneficios anormalmente elevados
comenzarán a desvanecerse pronto, en cuanto la renta de intereses disminuya por
los menores tipos de interés establecidos por la política monetaria.
En
consecuencia, señalan que cualquier respuesta de política económica ante el
reciente aumento de la rentabilidad bancaria debe considerar que,
probablemente, los beneficios son transitorios, en gran medida un efecto
colateral del rápido incremento de los tipos de interés por los bancos
centrales desde unos niveles negativos en los que se mantuvieron durante ocho
años hasta mediados de 2022, y también debido a una limitada competencia por
los depósitos entre los bancos europeos, en una fase de altos niveles de
liquidez bancaria.
Memento
mori… Es éste un adagio
que conviene tener siempre presente. Mucha liquidez, mucho capital y, sobre
todo, mucha prudencia, son ingredientes imprescindibles para tratar de
plantarle cara a ese destino que, casi indefectiblemente, lleva a las entidades
bancarias a asomarse, en algún momento, al precipicio. El título de la canción
de Gershwin, a veces, quizás milagrosamente, puede hacerse realidad. Más
complicado es el desafío si hablamos de “profitability”, en lugar de “love”,
que aquélla sí tiene garantizado.