12 de julio de 2024

“(Their) love is not there to stay”

 

Fue la última canción compuesta por el gran George Gershwin antes de su fallecimiento. Al principio pasó un tanto desapercibida. Sin embargo, a partir de la interpretación de Gene Kelly en la película “An American in Paris” se convirtió en un éxito. La canción llegó para quedarse, “not for a year, but forever and a day”.

Aunque ese mismo plazo pueda ser la aspiración de una entidad bancaria con vocación de longevidad, sustentada en una rentabilidad adecuada, el reto no está al alcance de cualquiera… remembering Siena. La rentabilidad bancaria no siempre es flor de un día, pero, desde luego, la obtención de altas tasas durante un período no garantiza que la situación vaya a prevalecer sine die. Esa es, sin embargo, la impresión que parecen tener algunos responsables políticos de distintos países europeos cuando abogan por convertir en definitivos los gravámenes establecidos sobre beneficios supuestamente extraordinarios.

Un reciente trabajo del FMI (R. Chen et al., “Bank profitability in Europe: not here to stay”. IMF WP/24/12) se ocupa de analizar la cuestión en el contexto actual del sistema bancario europeo. En dicho trabajo se recuerda que, en un proceso de transmisión más lento de los mayores tipos de interés a los depósitos que a los préstamos, los márgenes de intereses netos (diferencia entre los ingresos por intereses derivados de los activos menos los pagos de intereses por los pasivos) aumentaron fuertemente en 2023.

A partir de un estudio de los datos históricos de más de 2.500 bancos europeos, los autores del estudio concluyen que los beneficios anormalmente elevados comenzarán a desvanecerse pronto, en cuanto la renta de intereses disminuya por los menores tipos de interés establecidos por la política monetaria.

En consecuencia, señalan que cualquier respuesta de política económica ante el reciente aumento de la rentabilidad bancaria debe considerar que, probablemente, los beneficios son transitorios, en gran medida un efecto colateral del rápido incremento de los tipos de interés por los bancos centrales desde unos niveles negativos en los que se mantuvieron durante ocho años hasta mediados de 2022, y también debido a una limitada competencia por los depósitos entre los bancos europeos, en una fase de altos niveles de liquidez bancaria.

Memento mori… Es éste un adagio que conviene tener siempre presente. Mucha liquidez, mucho capital y, sobre todo, mucha prudencia, son ingredientes imprescindibles para tratar de plantarle cara a ese destino que, casi indefectiblemente, lleva a las entidades bancarias a asomarse, en algún momento, al precipicio. El título de la canción de Gershwin, a veces, quizás milagrosamente, puede hacerse realidad. Más complicado es el desafío si hablamos de “profitability”, en lugar de “love”, que aquélla sí tiene garantizado.



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