Hace
algún tiempo, un oftalmólogo con el que entablé un cierta amistad me comentaba,
en una ocasión, que tenía una paciente que frecuentaba su consulta, aquejada
por múltiples padecimientos, más bien de carácter leve, en uno de sus ojos. La
mujer no paraba de preguntarle el origen de tantas molestias. “¿A qué obedecen
todos estos problemas en el ojo, doctor?”, no dejaba de lamentarse. El
especialista, después de reflexionar científicamente, le dio una respuesta
tranquilizadora e incuestionable: “Señora, todo es de lo mismo…”.
También
obedece a lo mismo el origen de todos los males que vienen aquejando a la
humanidad en el curso de las últimas décadas, ya sea la crisis de las hipotecas
subprime, la pobreza, la inflación, el abandono escolar, las desigualdades
económicas, el fraude fiscal, o el cambio climático, dentro de una lista que da
cabida a los ítems más variados. Parafraseando al grupo musical Les Luthiers,
ha llegado a afirmarse que el neoliberalismo se ha convertido en el “chivo explicatorio”
de todos los males económicos y sociales.
Es
así el neoliberalismo el sospechoso o, mejor dicho, el culpable habitual, con
la ventaja de parapetarse detrás de un concepto nebuloso. Los tentáculos,
visibles o invisibles, se extienden por doquier causando unas cascada de deterioros.
No es preciso perder el tiempo en estudios interminables ni en debates estériles
cuando “todo es de lo mismo”.
No
obstante, si a alguien no le convence demasiado la explicación unitaria y
omnímoda, y, pese a todo, quiere librarse de las molestias en el ojo o conocer
si tienen alguna causa específica, pronto se da cuenta de que tropieza con
escollos semánticos y doctrinales. Para empezar, ¿qué debe entenderse realmente
por neoliberalismo? Hace ya algún tiempo, acudíamos a la consulta de un facultativo
alemán, y nos llevamos alguna sorpresa[1].
Al
igual que para dolencias oculares es conveniente solicitar una segunda opinión médica,
también el deseo de conocer los factores causantes de los problemas económicos
y sociales debe llevar a confrontar diagnósticos de distinta índole. Incluso, aunque
no se considerara necesario, ante la convicción de la culpabilidad del ubicuo
agente neoliberal, puede ser oportuno escuchar las alegaciones de los arrojados
que se atreven a asumir el papel de letrados defensores de causas perdidas.
Uno
de ellos es Alberto Mingardi, joven profesor italiano, quien, cuando tenía sólo
35 años, escribió un auténtico tratado con la pretensión de mostrar “La verdad
sobre el neoliberalismo” (Instituto Juan de Mariana, Deusto, 2022). El subtítulo
es ya bastante expresivo: “Lo poco que hay y el mucho que falta”. Con
independencia de la posición que se adopte sobre esto último, lo que sí es un
ruego inexcusable es el que aparece en la apostilla del título original que se
omite en la traducción: “La verità, vi prego, sul neoliberismo…”