Son dos obras ya antiguas de Paul
Auster que no había leído. Cayeron en mis manos por la atracción de sus títulos.
La elección de una obra literaria para su adquisición y su posterior lectura es
una decisión de riesgo, como casi todas las que, de manera activa o pasiva,
adoptamos continuamente. En los casos de “Leviatán” y “La música del azar”, dicha
elección se revela luego como un gran acierto.
Paul Auster es considerado por algunos
críticos como el autor del riesgo y la contingencia, rasgo que se confirma en
las dos novelas mencionadas. Si el azar impregna la primera de principio a fin (https://neotiempovivo.blogspot.com/2022/02/la-irresistible-atraccion-de-leviatan.html),
está incorporado en el propio título de la segunda (Seix Barral, 2019). Es ésta
una obra inquietante y perturbadora, de gran hechura, en la que, con la sobriedad
austeriana, la narración, de manera imperceptible, va dando paso a los
distintos movimientos de una brillante composición musical.
El factor riesgo no es un mero reclamo
que queda en el título, sino que, de forma explícita, condiciona el curso de
los acontecimientos y el devenir de los personajes. El azar pugna con las
pretensiones de una vida ordenada y planificada. Dotado de una fuerza
irresistible que emana del cuadro construido a partir de probabilidades y
sesgos subjetivos, acaba imponiéndose muchas veces. En ocasiones sin haber
ponderado ciertos efectos colaterales no gestionables ni controlables. Pero los
factores psicológicos pueden llegar a cobrar una fuerza inusitada. La lista de
los sesgos financieros puede ser interminable.
El azar marca la vida del protagonista
de la novela. Su destino se verá determinado por el encuentro fortuito con un
avezado jugador de póker, con el que se embarca en una arriesgada, aunque
aparentemente segura, aventura. Sin embargo, en el mundo financiero y en el mundo
real, el riesgo está siempre presente. Al igual que la raíz de la gran crisis financiera
internacional de 2007-2008 estuvo en el redescubrimiento abrupto del riesgo de
crédito -el FMI dixit-, los personajes del relato se verán abocados a
redescubrir ciertos riesgos del juego, y a descubrir otros insospechados. Pero
el autor no enseña las cartas, y el lector tendrá que ir deleitándose en la
trama para encontrar las claves de una historia arrebatadora.