Arranca 2022 con
su entrega cotidiana inaugural. La primera hoja del diario está por escribir.
Miramos hacia el horizonte y vislumbramos sombras inquietantes, entre las que
emergen problemas antiguos y otros que van tomando forma. Los tiempos recios no
hacen concesiones. Ante esta tesitura, el estoicismo aporta siempre algún tipo de
ayuda o, al menos, algún consuelo espiritual[1].
“Puedes ser invencible
si no te avienes a ningún combate en el que no dependa de ti vencer… Pues si la
esencia del bien estuviera en lo que depende de nosotros, no hay lugar para la
envidia ni para los celos. Tú mismo no querrás ser general ni prítano ni
cónsul, sino libre. Y para eso hay un camino: el desprecio de lo que no depende
de nosotros”.
Es de lo que
sabiamente nos advierte Epicteto. Es un buen recordatorio para la nueva marcha,
que en realidad es un proceso sin solución de continuidad, simplemente distinguido
a través de un prisma convencional. Pero la contabilidad, mental y temporal,
puede ser de bastante utilidad.
La enseñanza del
filósofo que padeció la esclavitud es valiosa, aunque no siempre resulta fácil
saber dónde situar el límite de lo que depende de nosotros. No obstante, más
vale pecar por defecto que por exceso.
[1] Tiempo Vivo: Estoicismo para tiempos recios (neotiempovivo.blogspot.com).