24 de diciembre de 2021

Clase con vistas y vistas sin clase

 

En una entrada anterior de este blog se reflexionaba en torno a las clases con vistas y a las vistas con clase[1]. La experiencia indica que también hay vistas sin clase.

Me comenta una persona allegada que su hija, que estudia en una Universidad francesa, ha tenido que alterar su plan de viaje vacacional, puesto que ha sido convocada a una presentación en clase, a principios de enero. Podría faltar, pero ha decidido no hacerlo. En su centro existe una norma según la cual, si acumula más de 15 horas de faltas a clase durante todo el curso, empiezan a aplicarse determinadas penalizaciones académicas.

Al menos teóricamente, el control de la asistencia efectiva a las sesiones docentes parecería lógico ante la noción de “haber académico” en la que se sustenta el enfoque metodológico del Espacio Europeo de Educación Superior. Las horas lectivas son un componente de dicho indicador. No obstante, en algunas Universidades no se sigue en la práctica ninguna regla similar a la apuntada. Aunque es innegable que una asistencia a clase meramente pasiva -no digamos si la asistencia equivale a una ausencia mental, autónoma o auxiliada por dispositivos electrónicos- no aporta mucho, es llamativo el elevado número de estudiantes que deciden libremente obviar las clases presenciales. Y ello pese a que durante la fase más aguda de la pandemia del coronavirus se manifestara la añoranza por no poder llevarlas a cabo.

Hace varias décadas, en una época supuestamente más atrasada, eso era algo completamente inconcebible. Una hora de clase de la misma materia y en las mismas condiciones de contenido implicaba entonces, en atención al número de asistentes voluntarios, una mayor producción que actualmente. Las cuentas económicas nacionales, dado que se basan en los costes incurridos, no registran ninguna diferencia. Pero la falta de aprovechamiento de las actividades académicas -supuestamente valiosas-, a tenor de su carácter de servicio colectivo, implica un despilfarro en sentido económico. Tal vez el hecho de que la mayor parte del coste sea soportada por el sector público pueda ser uno de los factores explicativos de comportamientos poco comprensibles.

Si en fechas ordinarias el fenómeno descrito es ya patente, en vísperas navideñas puede llegar a alcanzar cotas insospechadas: la producción, en términos económicos, puede ser incluso totalmente nula. Y todo ello sin hablar de los costes de oportunidad…

Triste y sola se queda la escuela, triste y llorosa se queda la facultad”… A veces, no es sólo la facultad la que se queda triste y llorosa.

                            Fotografía: Aula nº 22, Facultad de Económicas de Málaga, 22-12-2021, 16,30 h.




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