9 de octubre de 2021

¿Pueden ser las herencias un factor de corrección de la desigualdad de la riqueza?

 

Las herencias son consideradas tradicionalmente como una fuente de desigualdad económica. Aparentemente, es algo bastante intuitivo. Es de esperar que las personas ricas transfieran a sus herederos activos por un valor muy superior al que puedan alcanzar los de las personas menos pudientes, salvo que, por alguna circunstancia, unas y/o tras dejen de serlo, respectivamente, en la recta final de sus vidas. En este contexto, una cuestión que ha sido objeto de análisis es la importancia de la riqueza dinástica[1].

Sin perjuicio de lo antes señalado, cabe preguntarse si, atendiendo a las formas usuales de medición, las herencias podrían llegar a ser un mecanismo atenuante de la desigualdad. Es evidente que hay que prestar mucha atención a los criterios utilizados. No siempre son neutrales y asépticos. En una hipotética situación inicial, el individuo A tiene una riqueza de 100.000 euros, y B, de 20.000. Hay mucha desigualdad: A tiene una riqueza que es 5 veces la de B. Posteriormente, tras aplicarse un impuesto sobre la riqueza con un tipo de gravamen medio del 10% para B y del 82% para A, los activos disponibles son de 18.000 euros para las dos personas. Se habría logrado una igualdad absoluta, aun cuando ambas estén peor que antes, sobre todo A.

Supongamos que, en la situación de partida, A recibe una herencia de 50.000 euros y B, otra de 40.000 euros. Ahora, la riqueza de A se situaría en 150.000 euros, y la de B, en 60.000. La relación entre los patrimonios de ambos se ha situado en 2,5. Por tanto, la desigualdad ha mejorado sustancialmente respecto a las posiciones iniciales, aunque no se haya aplicado un impuesto sobre las herencias recibidas. La clave radica en que A ha recibido como herencia una cuantía superior, pero representa un 50% de su riqueza inicial; en el caso de B, un 200%. El elemento crucial es, pues, la proporción que las herencias representen sobre la riqueza de los herederos.

¿Cabe la posibilidad de que, incluso en ausencia de un impuesto sobre sucesiones, las herencias sean un factor corrector de la desigualdad?

A pesar de lo contraintuitivo de ese supuesto, corresponde con el resultado obtenido en una investigación poco conocida, realizada, hace varios años, para el caso estadounidense[2]. En dicho trabajo se concluye que, aunque es cierto que las familias más ricas reciben mayores transferencias de riqueza que las pobres, como proporción de sus tenencias de riqueza (en el momento de la recepción de la herencia) son realmente mayores para las familias pobres que para las familias ricas.

De representar esta conclusión un resultado firme y generalizable, ¡las herencias, aun sin el juego de un impuesto sucesorio, serían un factor redistributivo!



[2] Vid. E. N. Wolff y N. Gittleman, “Inheritances and the distribution of wealth or whatever happened to the great inheritance boom?", Journal of Economic Inequality, nº 12, 2014.

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