3 de julio de 2024

Prementiras fiscales

 

Vivimos una época dominada por la posverdad, que está causando efectos nocivos. Se trata de un fenómeno que ha venido a añadirse al de los dogmas, ya atemporales, instalados en la mentira, con consecuencias no menos lacerantes. El repertorio de falsedades presenta un carácter expansivo. Algunas, sin embargo, tienen la ventaja de que, antes de que se consoliden, pueden desmontarse de manera contundente. Es el caso de las prementiras, aquellas que, sin demasiado esfuerzo, pueden quedar al descubierto de forma temprana.

El terreno fiscal se presta a intentos de esta naturaleza. En este sentido, algunas de las propuestas planteadas por Donald Trump para Estados Unidos representan una buena candidatura para ese estatus. La sugerencia de sustituir el impuesto federal sobre la renta por nuevos aranceles merece una consideración especial a este respecto[1].

Los contribuyentes estadounidenses declaran unos $15 billones como renta individual y afrontan una cuota tributaria de $2,2 billones. Por su parte, las importaciones totales de Estados Unidos ascienden a unos $3 billones, en tanto que los aranceles recaudan $80.000 millones. Así las cosas, en principio, sería preciso aplicar un arancel medio superior al 70% para lograr una equivalencia recaudatoria (la del IRPF más la de los aranceles actuales).

Aparentemente, la supresión del IRPF por nuevos aranceles sería una opción factible. Es lo que parece verse a simple vista, ya se sabe, la visión que adopta un economista malo según la definición de Bastiat. Pero hay otros efectos que es preciso prever. Así, de entrada, ante un aumento sustancial de los precios de las importaciones (se supone que los exportadores no estarían dispuestos a absorber semejante impacto), cabe esperar que se contraigan las importaciones. Con una elasticidad igual a -1, un incremento del precio del 70% llevaría a una cifra de importaciones igual a $630.000, con lo que la recaudación sería inferior a los $500.000 millones.

Por otro lado, los mayores precios de los productos importados generarían una cadena de efectos en la economía nacional: los mayores costes soportados por los importadores pueden ser trasladados a los productores y los consumidores en forma de mayores precios, lo que podría dar lugar a que se trabajara y se invirtiera menos. Alternativamente, el dólar podría apreciarse como respuesta a los aranceles, contrarrestando el incremento potencial de precios para los consumidores nacionales. Sin embargo, dicha apreciación dificultaría las exportaciones estadounidenses.

Los inconvenientes señalados invalidan la propuesta comentada, que, como señala York (op. cit.), carece de “seriedad y mérito”. Ahora bien, hay un efecto potencial que tampoco puede pasar desapercibido, al menos en el plano analítico. En el escenario hipotético de supresión completa del IRPF, ¿cómo reaccionarían los perceptores de rentas del trabajo, de actividades económicas, y del capital?



[1] Vid. E. York, “Five things to know about Trump’s tariff and income tax proposals”, Tax Foundation, 18-6-2024.


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