En el año 2012, el Programa para la
Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés),
desarrollado por la OCDE, incorporó pruebas para calibrar el nivel de cultura
financiera de los estudiantes con una edad de 15 años. Desde entonces, se han
llevado a cabo dichas pruebas en las ediciones de PISA de 2015, 2018 y 2022.
Los resultados de estas últimas han sido hechos públicos a finales del mes de
junio de 2024[1].
Esta nota tiene por objeto reseñar los aspectos más destacados de tales
resultados[2].
La OCDE (2024, p. 32) parte de recordar
que, a lo largo de las últimas décadas, en todos los países del mundo ha
existido una creciente preocupación por el nivel de instrucción financiera de
sus ciudadanos, particularmente de los jóvenes. Las tendencias demográficas en
curso, así como la extensión y la sofisticación de los servicios financieros,
que llevan a que las personas tengan que adoptar más decisiones financieras y
afrontar más riesgos que las pertenecientes a las generaciones anteriores,
figuran entre las causas. A lo anterior hay que añadir el impacto del proceso
de digitalización, que, no obstante sus ventajas, va acompañado de una elevada
exposición a riesgos de estafa y fraude.
La formación en materia financiera es
necesaria para afrontar decisiones de la vida cotidiana y también otras de
mayor alcance futuro. La OCDE (2024, p. 34) considera que “Es importante
ofrecer oportunidades a todos los jóvenes para mejorar su cultura financiera”,
ya que “Los logros educativos, la renta, y la riqueza están fuertemente
correlacionados con los niveles de cultura financiera de los adultos y de los
jóvenes”. Siguiendo su línea habitual, incide en la recomendación de
desarrollar la cultura financiera desde la edad más temprana posible, y
recuerda que algunos países han introducido la educación financiera en las
escuelas. Sin embargo, se matiza que, “con objeto de minimizar la carga
curricular, los países típicamente integran la alfabetización financiera en
otras materias y cursos existentes, en vez de introducir una asignatura
adicional dentro de un currículum ya saturado” (p. 35). No es lo anterior una
cuestión baladí, toda vez que implica importantes condicionantes respecto tanto
a los contenidos como a la especialización de quienes imparten las materias
financieras.
Una veintena de países han participado en
las pruebas correspondientes al año 2022, que han tenido como referencia el
marco de la OCDE para la evaluación de la cultura financiera, que diferencia
entre contenidos, procesos, contextos y factores cognitivos. La puntuación
media para el conjunto de países se sitúa en 498, con un recorrido que va desde
406 (Malasia) a 527 (Comunidad Flamenca de Bélgica). Con una cifra de 486,
España se sitúa por debajo de la media[3].
En conjunto, un 11% de los estudiantes alcanzaron el nivel más alto de cultura
financiera (el quinto de las cinco categorías consideradas). En el otro
extremo, un 18% de los estudiantes estaban en el nivel básico o por debajo de
este. En España, los top performers (nivel 5) representan sólo un 4,7%
del total, en tanto que los low performers son un 17,1% del total.
El análisis de las variaciones en el
desempeño en materia financiera pone de relieve, entre otros, los siguientes
aspectos:
i.Los estudiantes con una buena situación
socioeconómica superan a los que tienen desventajas en esta vertiente en 87 puntos
de media.
ii.Queda claramente cuestionada la idea de
que existe un gap en materia financiera entre chicas y chicos. Hay
países con situaciones totalmente contrapuestas, y otros, entre ellos España,
donde hay una equiparación total de los dos colectivos.
iii.Una gran mayoría de participantes declara
tener relaciones con entidades financieras, principalmente para operaciones de
ahorro y de medios de pago.
iv.Una mayoría señala que habla habitualmente
con sus padres sobre cuestiones financieras, y que disfruta al tratar estas.
v.No se aprecia una tendencia consistente de
los resultados de los países que han participado en las cuatro rondas de PISA
sobre cuestiones financieras. En España se aprecia una mejora de la puntuación
entre 2018 y 2022, pero el nivel de este último año es muy parecido al de 2012.
Finalmente, hay un aspecto de gran
relevancia que vuelve a aparecer, la correlación existente entre el desempeño
en cultura financiera y los desempeños en matemáticas y lectura. La OCDE (2024,
p. 61) señala que, en promedio, la correlación entre la puntuación en cultura
financiera y la de matemáticas es muy elevada, concretamente, de 0,87;
ligeramente menor (0,83) lo es en el caso de la lectura.
Desde luego, cuando uno repasa el
contenido de las pruebas de PISA que han sido publicadas (OCDE, 2024, anexo C),
lo anterior no puede causarle ninguna sorpresa. Aparentemente, cabría esperar
que un estudiante con una buena comprensión lectora y una adecuada base
matemática pudiera alcanzar una alta puntuación en las pruebas sobre cuestiones
financieras aun sin haber tenido una formación financiera específica. Ahora
bien, la OCDE (2024, p. 62) señala que, a pesar de la mencionada alta
correlación, “la evaluación de la cultura financiera de PISA 2022 también
evidencia las especificidades de la cultura financiera. Por ejemplo, un 47% de
todos los top perfomers en cultura financiera no son top performers
en matemáticas, y un 59% de los top performers en cultura financiera no
lo son en lectura, en promedio para los países y economías de la OCDE”.
(Artículo publicado en edufiAcademics)
[1]
OCDE, “PISA 2022 Results (Volume IV). How financially Smart are students?”, 2024.
[2]
Respecto a los de la edición de 2018, puede verse: J. M. Domínguez y J. Mª
López, “El nivel de la cultura financiera de los jóvenes: los resultados de
PISA 2018”, edufiAcademics, Working Paper 8/2020, Edufinet.
[3] Está
igualmente disponible el informe “PISA 2022 Competencia financiera: informe
español”, publicado por el Ministerio de Educación, Formación Profesional y
Deportes.