“Los
lectores de Cioran saben que en sus libros hallarán siempre más preguntas que
respuestas, mas vacilaciones que certezas”, reza así la contraportada de “Ese
maldito yo” (Tusquets, 2024). Y aun así es difícil esquivarlo. Una y otra vez
sale a nuestro encuentro y, cuando no, somos nosotros quienes iniciamos la
búsqueda. Sabiendo que el desgarramiento interior está garantizado.
Pese a todo, a veces, sí encontramos respuestas, allí donde realmente no las hay. Más que una vacilación, una certeza que invita a tratar de eludir desgastes del todo improductivos. Así, “Cuanto más progresamos en edad, mejor nos damos cuenta de que nos creemos liberados de todo y de que en realidad no lo estamos de nada”.