Las actividades relacionadas con la investigación,
la política y la práctica educativas tienden a concebirse como mundos separados
que apenas interaccionan. Cada uno de estos ámbitos corresponde, en principio,
a investigadores, políticos y docentes, respectivamente. Aunque pueda existir
una base argumental para mantener esa separación, por razones de
especialización y competencias, la OCDE ha acumulado evidencias de que dicho enfoque
de silos no es satisfactorio.
De ahí que se propugne el surgimiento de
Marco Polos para ayudar a tender puentes a fin de superar las distancias que
separan la investigación, la política y la práctica en el campo educativo[1].
En este sentido, “una mayor colaboración y comunicación entre estas comunidades
tendría muchos beneficios. Los profesores pueden mejorar sus prácticas accediendo
a los resultados de las investigaciones más recientes. Los investigadores pueden
aprender sobre los desafíos que los profesores y los responsables políticos afrontan
para obtener un mejor entendimiento de sus necesidades y ajustar sus proyectos.
Los políticos pueden tener una mayor implicación con ambos grupos para diseñar
y evaluar políticas eficaces y equitativas”.
Para avanzar en esa dirección es preciso introducir
un esquema de incentivos apropiados. Las cualidades de Marco Polo son cruciales
para lograr el propósito: habilidades individuales, combinadas con una capacidad
para implicarse en la investigación dentro de las organizaciones, liderazgo,
arrojo para explorar nuevos territorios, y generosidad para dejar constancia
escrita de las rutas exploradas, que pueden ser inspiradoras para otros
viajeros.
Si los incentivos son necesarios cuando hay
separación de roles, llegan a ser de importancia extrema cuando en una misma persona
confluyen la faceta docente y la investigadora. El problema no es que no haya
incentivos adecuados, sino, más bien, (des)incentivos totalmente perturbadores
que desatienden, y, lo que es peor, incluso penalizan, la actividad básica de
la transmisión del conocimiento. Por no hablar de la tremenda pérdida asociada
a innumerables experiencias formativas valiosas que, al no tener valor de mercado
ni académico, quedan relegadas al olvido.
[1]
Vid. Mouthaan y J. M. Torres, “How to be a Marco Polo of education research,
policy and practice”, OECD Education and Skills Today, septiembre 2023.