15 de febrero de 2024

Málaga, “cibdad muy mercadantesca”

 

Era Málaga, en los años de mi lejana infancia, una ciudad con un centro poblado de establecimientos comerciales dotados de estilo, de tradición y, sobre todo, de una remarcable dignidad. Los tiempos eran difíciles, pero ese era un rasgo no visible por el ojo infantil. Y cada establecimiento, con sus obsequiosos escaparates y su nómina de esmerados dependientes, ayudaba a componer un conjunto cálido y armonioso con efectos balsámicos. No hacía falta disponer de grandes sumas de recursos para percibir su manto acogedor y sentir los latidos de la vida a pie de calle. Por eso, repasar las páginas de la obra de Fernando Alonso “Comercios malagueños que dejaron huella”, que hoy ya no se puede encontrar, nos aboca a una situación de tristeza y desamparo.

Tal vez, por esa misma razón, se engrandece la imagen que proyecta la Málaga antigua, cuando nos adentramos en crónicas seculares, reveladoras de atributos ya difuminados o extinguidos. En sus “Andanças e viajes” medievales, Pero Tafur describe Málaga como una “cibdad muy mercadantesca”, dotada de mucho mercadeo. Caprichoso es el lenguaje y, a veces, premonitorio.



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