10 de febrero de 2024

La complementariedad entre la regulación bancaria y los cuentos infantiles

 

Aunque suele afirmarse -no sin fundamento- que la realidad llega a superar, muchas veces, a la ficción, probablemente muchas más, la ficción encuentra su inspiración en la realidad. Menos frecuente es que ese vínculo se dé en el caso de los cuentos infantiles y un terreno tan árido como el de la regulación bancaria, pero Sheila Bair así lo asevera. Y lo hace en su doble condición de su anterior cargo como presidenta de la US Federal Deposit Insurance Corporation y como escritora de libros infantiles.


“Siempre he defendido -manifiesta- que haya fuertes protecciones legales, y rendición de cuentas para los ‘chicos malos financieros’. Pero también estoy convencida de que debemos hacer más para enseñar a los consumidores, a una temprana edad, a cómo protegerse a sí mismos”[1]. Según esta escritora, los abusos financieros, a semejanza de lo que sucede en los cuentos clásicos, tienen como protagonista a un villano que explota a las personas vulnerables. Por ello, considera que “muchos episodios de la vida real podrían ser evitados si las víctimas reflexionaran sobre los consejos comunes para la infancia”.


En el artículo referido, señala que la crisis de las hipotecas subprime inspiró su libro Princess Persephone loses the castle. En él, “la fría heroína recibe la visita de un hábil vendedor que se ofrece a financiar un nuevo revestimiento para su castillo, al igual que los sórdidos estafadores hipotecarios golpean a las puertas de tantas familias de bajos ingresos ofreciéndoles dinero rápido con préstamos titulizables”. Pretende que “los niños y sus familias comprendan que [las] debilidades humanas básicas nos hacen ser blancos de tiburones en la vida real”.

Aboga, asimismo, por los programas de educación financiera, pero advierte de que algunos programas supuestamente formativos encubren una promoción de determinados productos financieros o prácticas acordes con los intereses de la industria financiera.


Dándole la vuelta al conocido adagio de Óscar Wilde (“life imitates art”), acaba proclamando que, con sus libros, “el arte imita a la vida”.






[1] “How regulating banks inspired my children’s books”, Financial Times, 28-12-2023.

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