Se han cumplido 50 años desde que viera la luz “Archipiélago Gulag”,
obra escrita por Alexandr Solzhenitsyn, cuya “fuerza documental y moral [según
Mario Vargas Llosa] no tiene paralelo en la historia moderna”.
Durante bastante tiempo, entre fervientes creyentes del credo
comunista, en cuyos esquemas mentales no entraba que en el paraíso comunista
pudiera haber campos de concentración, se consideraba que no eran más que patrañas
inventadas por la omnipresente agencia central de inteligencia, que se
encargaba también de grabar imágenes ficticias o manipuladas con meros fines de
desacreditación. El autor de la referida obra llegó a ser objeto de ácidas críticas
durante su visita a Málaga. Quedó delatado cuando quedó constatada su inclinación
por las gambas. Caso cerrado.
“El universo tiene tantos centros como seres vivos hay en él. Cada
uno de nosotros es un centro del universo. Y el cosmos se desmorona cuando le
dicen a uno entre dientes: ‘¡Queda usted detenido!’”.
Así lo afirma Solzhenitsyn en el arranque de su desgarradora crónica, que, cincuenta años después, es tenida por algunos como una simple muestra del género de ficción. Y, además, si acaso no lo fuera, aquellos experimentos colectivos pudieron estar pensados para generar beneficios a largo plazo... [Tiempo Vivo : El Gulag: ¿efectos económicos positivos a largo plazo? (neotiempovivo.blogspot.com)]