Con la nada desdeñable ayuda de las grandes producciones
hollywoodienses, la historia de amor entre Cleopatra y Marco Antonio se ha
convertido en uno de los mitos del romanticismo más encumbrados de toda la
historia de la humanidad. Raro es encontrar a una persona sensible que no
lamente el trágico destino de esa pareja de mandatarios, especialmente al calor
de las emociones que suscita la gran pantalla. Sin embargo, una vez que se incorpora
a escena la perspectiva económica, apreciamos un cambio de percepciones, cabe
suponer que con acusada división de opiniones.
Así es. Ciertamente, lo que no cambia es la contraposición de las
visiones sobre el sistema económico ideal. Estatalismo frente a liberalismo
siguen manteniendo la tensión entre las dos orillas del pensamiento económico.
A este respecto, la pugna de Cleopatra y Marco Antonio con Octavio, rematada en
la batalla de Accio, en el año 31 antes de Cristo, encubría connotaciones poco
románticas, como son aquellas ligadas al funcionamiento del sistema económico. En
1934, el historiador F. Oertel señalaba que “la victoria de Augusto y la de
Occidente significó, entonces, un rechazo de las tendencias hacia el
capitalismo estatal y el socialismo estatal que podrían haber llegado a buen
término… en caso de que Antonio y Cleopatra hubiesen resultado victoriosos”. En
su lugar, “el principio de la empresa privada siguió siendo supremo”.