Si la etiqueta de “empresario
schumpeteriano” se asocia a aquel que es capaz de introducir una innovación
transformadora del proceso productivo, esa vitola ha de atribuirse en grado
supremo a Novo Nordisk, una compañía farmacéutica danesa que se ha encumbrado
como la mayor empresa europea por valor de mercado, cercano ya al medio billón
de dólares.
Su innovación, que adquiere un
alcance verdaderamente transformador, “A transformational innovation” (H.
Kuchler, Financial Times, 20-12-2023), se debe en gran medida al azar, como
tantas otras veces ha ocurrido en el mundo de la ciencia. Un medicamento
concebido para el tratamiento de la diabetes presenta, circunstancialmente, una
serie de milagrosas propiedades que lo convierten en un eficaz remedio contra
la obesidad, y puede que también para combatir otras penosas enfermedades como
el Alzheimer. La innovación puede no ser sólo transformadora, sino auténticamente
revolucionaria. Tampoco es desdeñable el hecho de que el 77% de los derechos de
voto de la compañía estén controlados por una fundación.