Desde que conocí al profesor al
que mencionaba días pasados, apenas hay tregua, ya sea presencial o telemática,
en el plano intelectual. Fiel a su metodología directa e incisiva, plantea
cuestiones que desafían el pensamiento y también el conocimiento, con mayor o
menor grado de dificultad. Aunque no siempre se pueda atinar en las respuestas,
siempre es bueno hacer algún esfuerzo en su búsqueda. Por eso, es de agradecer
que hay alguien suscite ese tipo de desafíos, bastante menos estresantes de los
que la realidad se encarga de poner en nuestro camino.
En esta ocasión, la pregunta,
que me llega por vía de un e-mail, encaja en la categoría de las que no pueden
calificarse como fáciles, salvo, por supuesto, para especialistas consumados.
Ignoro, pues, quién pueda ser el autor de las reflexiones contenidas en el párrafo
transcrito, pero, sin duda, son de gran interés. La única pista -en absoluto
desdeñable- es que se trata de un filósofo con quien Marx mantuvo significadas controversias
doctrinales. Y me anticipa que el próximo reto versará sobre la teoría de la
justicia en el filósofo alemán.
Con independencia de la
autoría, el alcance de esas palabras es extraordinario y enormemente inspirador
como referencia para las pautas de comportamiento personal. La advertencia no
puede ser más provechosa: se necesita un gran esfuerzo permanente para no dejar
de ser honrado, mientras que la ignorancia y la inmoralidad florecen de manera
espontánea.