Existe una cierta tendencia a
la caricaturización del aprendizaje de la Economía. Desde quienes desdeñan que
exista una necesidad de su conocimiento, hasta quienes consideran que su
contenido puede plasmarse fácilmente en una historieta de tebeo, pasando por
aquellos otros, con mayores estándares de exigencia, que sostienen que puede
asimilarse en tres tardes, nos encontramos con un amplio espectro de posiciones
negacionistas, relativizadoras, tranquilizadoras, escépticas, o sobradamente
optimistas. Sin embargo, la enorme complejidad de los fenómenos económicos y la
inabarcable dimensión de la multiplicidad de relaciones y decisiones económicas
que se producen continuamente vienen a desafiar categóricamente tales
percepciones.
El hecho de que una
institución tan señera como el Banco de Inglaterra, el banco central de un país
que ha dado a muchos de los más grandes e influyentes economistas de la
historia, y que tiene una marcada tradición de debate social de las cuestiones
económicas, haya emprendido una campaña de difusión de los conocimientos
económicos de la población sirve como claro contrapunto.
La centenaria institución monetaria
ha encomendado a dos jóvenes economistas integrantes de su staff la elaboración
de un texto con la finalidad de transmitir a la población los fundamentos de la
ciencia económica. Rupal Patel y Jack Meaning son quienes han asumido ese reto.
Tal vez estimulados por la evocación asociada al capricho patronímico del
apellido del segundo de éstos, lo cierto es que logran estar a su altura. Si se
permite la licencia, sus explicaciones, ejemplos y argumentaciones son bastante
meaningful.
En algo más de 300 páginas,
tratan de condensar todo el saber económico, tomando como referencia diez
preguntas que califican como “simples”: “Can’t just print more money? Economics
in Ten Simple Questions”, Cornerstone Press, 2023. Preguntas que puede plantearse
cualquier integrante del entramado económico y social del que formamos parte:
¿no podemos simplemente imprimir más dinero? -la que da título al libro-, ¿de
dónde provienen los alimentos y bebidas que tomamos en nuestro desayuno
diario?, ¿puede la Economía resolver el problema del cambio climático?, ¿cómo
podemos lograr un aumento salarial?, ¿por qué las generaciones actuales son más
ricas que las de hace décadas?, ¿por qué muchas de nuestras prendas de vestir
vienen de Asia?, ¿por qué no guardamos nuestro dinero debajo del colchón?, ¿por
qué nadie vio venir la gran crisis financiera de la pasada década?...
Patel y Meaning llevan a cabo
un meritorio esfuerzo para expresar con claridad los fundamentos económicos, enlazándolos
con situaciones reales, y sin perder rigor expositivo. De esta suerte, quien realice
ese “curso” acelerado de aprendizaje económico puede, sin duda, sacar gran provecho
formativo. Pero enseguida comprobará que la función de producción que tiene ese
objetivo como output precisa incorporar un input imprescindible,
el esfuerzo del lector. La primera regla de la Economía es que no existe nada que
sea un “almuerzo gratis”, recuerdan al inicio los economistas del BoE. Alcanzar el nivel cognitivo asociado a los contenidos
del texto del Banco de Inglaterra exige, pues, no sólo una dedicación de tiempo.
Constatar y reconocer la complejidad de las relaciones económicas es también
una lección primordial que hay que tener presente desde un principio.
El buen pedagogo debe
esmerarse en transmitir la esencia del análisis económico. Más que una doctrina,
un enfoque para aproximarse a la realidad, desprovisto, en una primera fase, de
un envoltorio de expresiones algebraicas disuasorias. Antes de pasar al plano
formal es necesario destilar el líquido y hallar su fórmula magistral.
En toda acción formativa con
fines divulgativos, ha de buscarse un buen equilibrio entre la facilidad expositiva
y el mantenimiento de la extensión, la profundidad y el rigor de los
contenidos. La dedicación y el esfuerzo de los partícipes en la acción actúan
como fuerza compensatoria. Quizás una útil rule of thumb sea ir con
preocupación cuando estos últimos factores aparezcan colocados en alguno de los
extremos.