Los textos bíblicos están
salpicados de referencias, muchas de ellas bastante crípticas, al ámbito de la
tributación. Algunas de ellas han sido comentadas aquí. Al no haber podido
abordar un proyecto de análisis sistemático, uno ha de contentarse con efectuar
incursiones esporádicas a la búsqueda de mensajes más o menos explícitos.
En su predicación en el desierto,
Juan imparte directrices de distinta naturaleza, algunas de las cuales -quizás un
tanto camufladamente- tienen connotaciones económicas (Lucas, 3, 10-14).
Una de ellas tiene evidentes
implicaciones redistributivas: “El que tenga dos túnicas, que le dé una al que
no tiene ninguna, y el que tenga comida que haga lo mismo”. El Bautista se decanta
abiertamente por la igualdad de resultados, en lugar de por la igualdad de
oportunidades.
En otra transmite a los
soldados algunas pautas muy claras: “No uséis la violencia, no hagáis extorsión
a nadie, y contentaos con vuestra paga”. Mucha es la carga de profundidad que
se percibe en cada una de las tres vertientes enunciadas.
Finalmente, en otra instrucción, dirigida a unos publicanos (subalternos judíos encargados por Roma de la recaudación de impuestos), dicta lo siguiente: “No exijáis nada fuera de lo fijado”. El cumplimiento de este precepto, con el respaldo del principio de legalidad, estaría vinculado al principio impositivo de transparencia o de certeza de las obligaciones tributarias.