Este verano, las temperaturas
causan estragos y baten registros históricos. Las conjeturas sobre el cambio
climático y sus consecuencias son algo ineludible. Habitualmente, los programas
medioambientales ponen el foco en el objetivo de contener el incremento de la
temperatura global media respecto a la época de la preindustrialización. En el
gráfico adjunto se observa cómo aquélla ha aumentado desde 1850. Esta práctica
es cuestionada por John Burn-Murdoch[1].
Sin perjuicio de constatar,
una vez más, la curiosidad de los designios patronímicos, este articulista
considera que “continuamos enfatizando estadísticas abstractas en lugar de
cosas que la gente puede realmente ver y sentir. Entiendo el foco en el límite
de 2 grados centígrados, pero éste a) suena como algo pequeño, b) se refiere a
alguna fecha en el futuro, c) carece de conexión con la experiencia humana y d)
hace un trabajo bastante malo de describir lo que está ocurriendo con las
temperaturas”.
En su lugar, plantea hacer
referencia al número de personas que fallecen por el calor extremo, así como a
la proporción de días en los que actualmente (2019-2023) se supera la cota de
los 30 grados, en localidades concretas, en comparación con los años 50
(1950-1954). En el caso de París, el número de días con dichas temperaturas se
ha multiplicado por 8,1; en Londres, por 10,4; en Barcelona, por 3,7; en
Madrid, por 1,5.
También plantea una
interesante reflexión: “¿Se establecería la humanidad en un planeta nuevo donde
estar fuera durante el día fuese potencialmente letal, llevando a emplear el tiempo
corriendo entre edificios y vehículos en busca de protección del medioambiente?
Seguramente no”.
La pregunta, un tanto absurda
si la circunscribimos al origen de la humanidad en un planeta sin elección posible,
podría trasladarse, retrospectivamente, a aquellos pueblos que decidieron
instalarse en zonas sumamente inhóspitas bastante antes de que se desencadenara
el cambio climático. Por su parte, las previsibles migraciones por motivos climáticos
-con tintes apocalípticos, según algunos profetas económicos- ofrecerán una
respuesta clara.