1 de julio de 2023

La Unión Europea despliega su abanico fiscal

 

La Unión Europea (UE) tiene un presupuesto anual, para pagos, del orden de 166.000 millones de euros, que se ha visto en 2023, por tercer año consecutivo, reforzado por los fondos de los instrumentos puestos en marcha para hacer frente a las consecuencias económicas de la pandemia de la Covid-19. El montante del presupuesro equivale a algo más de un 1% de la renta nacional bruta agregada del conjunto de países de la UE.

El presupuesto de la UE se rige por unas reglas muy estrictas. No puede incurrirse en déficit presupuestario, por lo que la financiación del gasto a través del endeudamiento no está permitida. No obstante, con objeto de cubrir las transferencias y los préstamos otorgados a diferentes países dentro del Instrumento de Recuperación Next Generation EU (NGEU), la Comisión Europea fue autorizada, de forma excepcional y temporal, a endeudarse en los mercados de capitales hasta la suma de 750.000 millones de euros (a precios de 2018).

El presupuesto se financia de la siguiente manera: a) los recursos propios tradicionales (esencialmente, los derechos de aduana) aportan un 13%; b) el recurso propio basado en el IVA, un 12%; c) el vinculado a los envases de plástico no reciclados, un 4%; d) el recurso propio basado en la renta nacional (que actúa como válvula de ajuste), un 64%; e) otros ingresos, un 7%.

Desde 2018, la UE ha venido trabajando en propuestas para modernizar el sistema de ingresos para el presupuesto de la UE. En 2021 se introdujo el referido recurso ligado a los envases de plástico. Y, en diciembre de ese año, la Comisión planteó un paquete de tres nuevas fuentes de ingreso, conocido como la “primera cesta” de nuevos recursos propios: el mecanismo de ajuste en frontera en función del contenido en carbono de las importaciones; el sistema de comercialización de derechos de emisión revisado, y un recurso basado en los beneficios reasignados de las compañías multinacionales muy grandes. También se anunciaba una “segunda cesta” de nuevos recursos propios.

Sin embargo, ahora, la Comisión Europea pretende rescatar una propuesta lanzada en 2020 en el sentido de establecer una contribución de las empresas multinacionales dentro de un marco de tributación común (BEFIT). A la espera de su concreción, propone, con carácter temporal, un nuevo recurso propio basado en una estimación estadística por países de los beneficios empresariales. Así, cada país habría de contribuir con un 0,5% del total de beneficios empresariales estimados en las cuentas nacionales. La Comisión resalta que este recurso no sería un impuesto sobre las empresas, ni originaría para éstas costes de cumplimiento. La previsión es obtener una cifra global anual de 16.000 millones de euros (a precios de 2018) a partir de 2024. La apelación a este nuevo ingreso se efectúa con objeto de afrontar compromisos ya adquiridos, correspondientes a la deuda emitida.

Bastante más allá va el Parlamento, que, mediante resolución adoptada en mayo de 2023 (“un nuevo comienzo para las finanzas de la UE, un nuevo comienzo para Europa”), despliega considerablemente el abanico de las alternativas fiscales, en la mayoría de los casos con una orientación conductual, ya que, al margen de la obtención de recursos, pretenden modular determinados comportamientos económicos y sociales, dentro y fuera de la UE.

En el repertorio propuesto se rescatan figuras ya consideradas y se incluyen otras nuevas: a) impuesto sobre sociedades con una base imponible a escala europea para cada sujeto pasivo (BEFIT), y distribución del impuesto entre países según reglas especificadas; b) mecanismo de ajuste en frontera a fin de graduar la carga impositiva sobre las importaciones en función del nivel de los salarios respecto a una retribución mínima de referencia; c) impuesto sobre transacciones financieras; d) impuesto sobre criptoactivos; e) impuesto sobre servicios digitales; f) recurso propio de la UE basado en los datos estadísticos de brecha salarial de género; g) nuevos recursos vinculados a la economía circular; h) ajuste de las contribuciones nacionales según el reciclaje de recursos biológicos, y la cantidad de residuos alimentarios generados.

El planteamiento se completa con la propuesta de integrar en el presupuesto de la UE una serie de ingresos de origen regulatorio o sancionador. El Parlamento declara que “las finanzas de la UE atraviesan un período crítico en el que una falta de reforma tendría efectos perjudiciales sobre el futuro de la Unión Europea, sus políticas, objetivos y la confianza de los ciudadanos e inversores en la Unión”.

Dado que la UE no tiene facultades para establecer impuestos, se propugna esencialmente la vía de las contribuciones nacionales basadas en estimaciones estadísticas, pero, en última instancia, todos los caminos conducen a impuestos que han de pagar los ciudadanos.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)

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