1 de noviembre de 2022

Bastiat y los servicios públicos

 

En la obra “Armonías económicas” de Frédéric Bastiat[1] se incluye un capítulo dedicado a los servicios privados y los servicios públicos. En él trata Bastiat de refutar una creencia que, en buena medida, ha llegado a nuestros días: “La palabra gratuito, aplicada a los servicios públicos, encierra el más grosero y el más pueril de los sofismas. Me admira que el público se deje engañar por esa palabra; porque nada hay que lo sea en el sentido absoluto. Los servicios públicos cuestan a todo el mundo, y porque todo el mundo paga por anticipado es por lo que no cuestan nada cuando se reciben. El que ya pagó su parte en la cotización general no acudirá a la industria privada a que le presta el servicio pagándolo”.

Mientras que la distinción entre el coste de producción de un servicio y la forma de puesta a disposición de la sociedad queda patente, no necesariamente ocurre lo mismo con las otras aseveraciones del pensador francés. La aplicación estricta del principio impositivo de la capacidad económica, que rompe cualquier vínculo entre la vertiente contributiva y la recepción efectiva de servicios públicos por los contribuyentes, asi como las posibles restricciones de acceso, de facto o de iure, a personas concretas no vienen sino a matizar algunas de las consideraciones expuestas en la referida obra[2].

Como no podía ser de otra manera a tenor de su posicionamiento filosófico, Bastiat se declara partidario de la aplicación de impuestos equivalentes a los servicios recibidos por los contribuyentes.


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