17 de junio de 2022

Playas en la memoria: el recuerdo de “La hija de Ryan”

 

La primera vez que vi la película fue en Madrid, a comienzos de los años setenta. Por múltiples razones, desde entonces se convirtió en una cinta icónica, en una referencia simbólica permanente desde aquella etapa de la adolescencia lejana. Y, desde entonces, soñaba con visitar algún día aquellos impresionantes parajes de la costa irlandesa.

Para mi sorpresa, me enteré, años después, de que al menos parte de la película había sido rodada en tierras portuguesas, donde incluso se habría construido el poblado de pescadores donde se ubicaba el significado establecimiento del “padre de la hija de Ryan”, más simplificadamente conocido como Ryan.

Ante esa información incompleta pero sugerente, por un momento creí que podía estar en la mítica playa cuando, hace años, ya en 2009, un experto conocedor de las rutas inexpugnables de El Algarve, me condujo a un lugar recóndito, donde, como por arte de magia, vi reproducidas las imborrables escenas con las que arranca la historia. Fue una experiencia fascinante.

Haber tenido luego la confirmación de que tales escenas fueron rodadas en la costa irlandesa no mermó un ápice el gozo de aquella experiencia ensoñada, como tampoco, aún menos, resta el más mínimo encanto a aquella espléndida playa lusa.

Hace sólo unos días, en una singular intervención pública hacía referencia a la inminente conmemoración del Bloomsday. Curiosamente, desde la patria de Joyce, ese señalado día alguien me remite una fotografía de la playa originaria, la playa de Inch. Se cierra el círculo, cincuenta años después. En la distancia y en la imaginación, el disfrute es enorme. Lo seguirá siendo. A thing of beauty is a joy forever. Keats dixit.



Entradas más vistas del Blog