7 de junio de 2022

Mensaje en torno a Atticus Finch

 

Hacía bastante tiempo que no recibía ningún correo críptico de origen desconocido. En esta ocasión, el protagonismo no corresponde a la filosofía, como ha sido el caso más frecuente en misivas anteriores, pero sí a la literatura. He de reconocer que, aunque siempre me han inquietado mucho los anónimos, cuando se ciñen al desciframiento de algún enigma, me intrigan como reto intelectual, como estímulo para la indagación y la búsqueda de nexos explicativos larvados. Acicate, como pueden ser, para el ejercicio de una mente detectivesca, se convierten también en una fuente de frustración cuando no se logra descifrar los códigos empleados. Así me ocurre todavía respecto a alguno de los textos recibidos en los últimos años. También, acerca de algún que otro libro recibido de remitente no identificado.

Tuve que buscar afanosamente entre los viejos textos para encontrar un ejemplar desvaído de la novela de Harper Lee, que apenas recordaba. Como tampoco los detalles de la película, que vi cuando aún era casi un niño. Sólo la imagen de Gregory Peck parece tener aún vida en la pantalla. Todo en blanco y negro.

El ejemplar de la novela que ahora me llega, de la edición conmemorativa del 60º aniversario de su publicación en 1960, magníficamente encuadernado y con una portada en la que se combinan varios colores, reproduce el texto original, en lengua inglesa: “To Kill a Mockingbird”.

La nota que lo acompaña, sin firma ni fecha, se limita a decir lo siguiente: “Atticus Finch sigue siendo un modelo inspirador. De dos personas que te aprecian (109)”.

Totalmente desconcertado, no logro identificar el origen del envío, ni el sentido del enigmático mensaje. Intrigado, acudo raudo a la página 109, cuyo significado difícilmente puede apreciarse sin atender las que la preceden.

No obstante, en ella encuentro una frase interesante pronunciada por Miss Maudie: “People in their right minds never take pride in their talents”. También, otra en la que es difícil no ver alguna evocación a alguno de los personajes de “My Fair Lady”: “Atticus is a gentleman, just like me”. Pero, tal vez, todo sea una mera ficción.

Sin embargo, no lo fue del todo el episodio referido en el primer párrafo de la novela: “When he was nearly thirteen my brother Jem got his arm badly broken at the elbow”. Hay accidentes e incidentes que pueden llegar a cambiar el curso de una vida.



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