6 de junio de 2022

Educación en la “era 4IR”


Estamos de lleno en la era 4IR (Cuarta Revolución Industrial, por sus siglas en inglés). Basada en las innovaciones de las tres revoluciones industriales precedentes, ha permitido avances en una serie de campos como la captación de datos, el procesamiento de la información, el acceso generalizado y sin cables a Internet, la inteligencia artificial, o la biotecnología. El nuevo entorno plantea grandes retos al sistema educativo en todo el mundo. En un reciente informe del Foro Económico Mundial (“Catalysing Education 4.0”, mayo 2022) se realiza un análisis de la situación, y se apuntan diversas líneas de actuación para aprovechar el potencial económico y social disponible.

El informe parte de una contundente ilustración de las ventajas de la educación: en términos de ganancias salariales en el conjunto de la vida laboral, de bienestar individual, y de efectos positivos desde el punto de vista social. Según diversos estudios, un año adicional de educación se traduce, en promedio, en unos ingresos más elevados (en un 9%) en el ciclo vital. Un mayor nivel educativo lleva a un mejor estado de salud, que, a su vez, permite que las personas alcancen mayores cotas de felicidad y satisfacción. Una mejor salud favorece el desarrollo cognitivo, una mayor productividad y unos mejores resultados económicos. Otros efectos positivos están también presentes en el plano social (compromiso cívico, confianza institucional, tolerancia, iniciativas sociales…). Una vez que se computan todas estas repercusiones, la rentabilidad económica y social de la inversión en educación se dispara.

La capacidad de resolución de problemas de forma colaborativa por parte de los estudiantes puede desempeñar un papel importante como motor del desarrollo económico. Según estimaciones del Foro Económico Mundial, una mejora en dicha capacidad, hasta el nivel medio de los 10 países actualmente mejor posicionados, podría añadir 2,5 billones de euros a la cifra del PIB mundial.

A partir de lo expuesto se plantea una pregunta clave: ¿qué clase de reformas, transformaciones e inversiones se requerirían en el sistema educativo para hacer que ese escenario teórico se convirtiese en realidad? En el informe se identifican tres áreas de oportunidad claves: i) nuevos mecanismos de evaluación; ii) adopción de nuevas tecnologías para el aprendizaje; y iii) potenciación del rol de los docentes.

Respecto a la primera, se destaca el establecimiento y la mejora de los sistemas de medición y evaluación de las competencias de los estudiantes. Asimismo, la introducción de nuevos instrumentos de valoración de competencias tales como la autoevaluación, la evaluación por pares y la evaluación cualitativa. También se incide en el fortalecimiento de la capacidad de “aprender a aprender”, y en la conexión entre educadores y empleadores, de forma que se vislumbren claramente los requerimientos formativos de los puestos de trabajo, y que parte de éstos puedan proveerse en el ámbito empresarial.

Por lo que se refiere a la segunda área, aunque se parte de la premisa de que la tecnología no lleva, por sí misma, a una educación de más calidad, los avances en las tecnologías de la educación pueden servir de apoyo a un aprendizaje más inclusivo y basado en competencias, así como a mejorar las acciones formativas. En todo caso, la tecnología se concibe como un complemento, no como un sustituto, del profesorado.

En tercer lugar, por su papel clave en el proceso educativo, son necesarias inversiones estratégicas para asegurar que el personal docente disponga de las competencias, los instrumentos y los recursos necesarios.

Finalmente, se aboga por un enfoque de profunda colaboración multilateral entre todos los colectivos implicados (“stakeholders”) en el ciclo educativo: educadores, gobiernos, líderes empresariales, e inversores.

Difícilmente puede encontrarse una actuación que combine de forma tan armónica los beneficios individuales y los beneficios sociales. Como toda inversión, la educativa necesita de un período de maduración antes de dar todos sus frutos. Por eso, no hay tiempo que perder. En gran medida, el porvenir en la era 4IR estará marcado por el alcance, el ritmo y la eficacia de la inversión en educación.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)



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