12 de junio de 2022

Las promesas por las que vivimos...

 

Es el título de la obra que Harry Scherman publicó en el año 1938 (Ediciones Deusto, 2020), citada aquí mismo en relación con el conocimiento económico[1]. En ella se pone de relieve el papel crucial que juegan las promesas para el desenvolvimiento de la actividad económica: “es evidente que nadie puede vivir en sociedad de forma sostenida si se dedica a incumplir una y otra vez sus compromisos laborales y/o salariales”. Los intercambios diferidos en el tiempo son tambien “responsables casi por entero de la producción económica, que dejaría de realizarse sin ellos”.

Esta perspectiva analítica se traslada luego al ámbito del dinero, respecto al que “la continuada y casi universal ignorancia constituye un auténtico enigma”. Para Scherman, la falacia primaria radica en la “confusión recurrente entre el dinero y las promesas de pagar dinero en el marco de un intercambio determinado”.

Merece la pena leer el esbozo de las características del dinero y de su evolución a lo largo de la historia que lleva a cabo. Puede ser una buena referencia para contextualizar el dinero en el mundo actual.

También, para apreciar el deterioro del valor del dinero fiduciario en una situación inflacionaria: “Entregamos dinero a cambio de promesas que nos aseguran que podremos recuperarlo cuando deseemos. Si no sucede esto, se rompe la promesa y se roba nuestra riqueza. Esto es lo que hace que el dinero de papel pueda terminar sin valor alguno… Cuando se quiebran las promesas, hasta el más tonto entiende que el dinero de papel no vale nada. Pero, si todo el mundo cree en el cumplimiento de las promesas, entonces la sociedad acepta tal forma de pago y vincula a ella toda su riqueza, todo su trabajo y todos sus activos”.




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