Leí no hace mucho en algún periódico que una universidad
inglesa había decidido ejercer un procedimiento de “cancelación” de “1984”, la
sobrecogedora obra de Orwell. Es difícil no evocar esa pavorosa distopía cuando
se inicia la lectura de “Himno”, opúsculo escrito por Ayn Rand en 1937, y que,
a pesar de su juventud en dicha fecha, había concebido muchos años atrás,
inicialmente como una pieza teatral. Paradójicamente, el texto fue publicado
inmediatamente en Inglaterra, pero encontró muchos obstáculos en Estados
Unidos, donde no vio la luz hasta 1946. Después de leer el lema grabado sobre
“las puertas del Palacio del Consejo Mundial”, “Somos uno en todos y todos en
uno. Ni hay hombre, sólo el gran NOSOTROS, uno, indivisible y para siempre”, uno
puede empezar a intuir las razones.
No sabemos si Orwell tuvo ocasión de acceder al relato
randiano, que más claramente anticipa un escenario semejante al de “El
despertar de la herejía”, de Robert Harris: “Cientos y cientos de años atrás,
los hombres conocieron secretos que nosotros hemos perdido”.
“I am. I think, I will”. La exaltación del yo, del ego, que
era el nombre originario de la obra, emerge como el elemento central de la
composición y de la filosofía de la autora. Como señala Leonard Peikoff, en el
prólogo de la edición de 1995, “En la mente de Rand, la presente novela fue
desde el principio una oda al ego del hombre”.
“… me dijeron que yo era injusta con los ideales del
colectivismo”, dice la autora en el prefacio de la edición de 1946. Allí mismo
proclama que “Los más culpables [de la dirección que estaba tomando el mundo]
son las personas que aceptan el colectivismo como predeterminación moral… las
personas que apoyan planes específicamente diseñados para la servidumbre, pero se
esconden tras la vacua afirmación de que son amantes de la libertad… Esperan,
cuando se encuentran en un mundo de ruinas sangrientas y campos de concentración,
escapar de la responsabilidad moral gimiendo: ‘¡Pero no es eso lo que yo
quería decir!’”.
Si el centro universitario británico antes referido considera
que “1984” es “ofensiva”, qué podría opinar del contenido de “El himno” y del
prefacio de la autora.
Individualismo frente a colectivismo. Dos fuerzas antagónicas
que marcaron el curso del siglo veinte continúan su inacabable pugna. También ya
en la nueva fase del “Gran Reinicio”, cuyo perfil vendrá condicionado por cuál
de las dos prevalezca. Las cartas están repartidas.