9 de marzo de 2022

El IVA como “impuesto sobre el consumo progresivo”: una propuesta para Estados Unidos

La historia del IVA, aunque con efectos retardados, es una historia de éxito. Desde las primeras propuestas para su implantación a comienzos del siglo veinte, tuvo que transcurrir bastante tiempo para que se adoptara, primero en Francia y, años más tarde, en la Comunidad Económica Europea. Hoy día, está implantado en más de 160 países, y en muchos de ellos, si no logra llegar a amenazarla, sí trata de emular la hegemonía del IRPF. Dentro de ese panorama, Estados Unidos se mantiene como territorio inexpugnable, como una especie de Asturias impositiva que se resiste a darle cabida dentro de su sistema tributario. Pese al potente arsenal teórico que han desplegado los hacendistas, y a esa universalización del impuesto, las sucesivas propuestas se han estrellado contra un muro infranqueable. 

Aun así, sus partidarios no se dan por vencidos y, en sucesivos intentos, prueban distintas estrategias. Algunos recurren a propuestas reforzadas que incorporan complementos a fin de contrarrestar algunas de las debilidades que sus detractores imputan al IVA. Es el caso de la propuesta lanzada no hace mucho en el ámbito de The Brookings Institution y, más concretamente, de The Hamilton Project[1].

La propuesta en cuestión es defendida a partir de cinco consideraciones:

La implantación del IVA estaría acompañada de otras medidas fiscales de carácter progresivo (refuerzo de la progresividad en el IRPF, creación de un impuesto sobre el patrimonio, tributación de las ganancias de capital…).

Se aplicarían medidas para aliviar la carga fiscal de las familias de renta baja y media, a través de transferencias de renta. En particular, se plantea la puesta en marcha de una renta básica universal basada en el tamaño y la composición de la familia.

A fin de evitar el efecto depresivo de la economía a corto plazo, los ingresos recaudados en los primeros años serían dedicados a programas para estimular la economía.

Mediante una legislación habilitante, el Congreso instaría a la Reserva Federal a acomodar la introducción del IVA permitiendo que el nivel nominal de precios creciera para reflejar el montante completo del impuesto.

Aunque no necesariamente, los Estados podrían reconvertir sus impuestos sobre ventas minoristas tomando como referencia la base imponible del IVA federal.

A continuación, en el texto de referencia, se repasan las principales razones por las que el IVA es un impuesto tan extendido:

Por ser una potente fuente de obtención de ingresos fiscales.

Por ser compatible con una economía eficiente y próspera. Dado que el consumo futuro se financia con cargo a la riqueza existente, los salarios futuros o los futuros rendimientos en exceso de las inversiones, puede considerarse que un impuesto sobre el consumo impone un impuesto de suma fija por una sola vez sobre una medida amplia de la riqueza existente en el momento de la implementación.

Al no distorsionar el ahorro, la inversión y las decisiones financieras, es más proclive al crecimiento económico que los impuestos sobre la renta o sobre la riqueza.

Tiene una mayor facilidad de administración y de control de cumplimiento que los impuestos sobre ventas minoristas.

Permite la neutralidad en el ámbito del comercio internacional.

Hace años, Larry Summers explicaba por qué Estados Unidos no había adoptado aún un IVA: “Los liberales [en acepción estadounidense] piensan que es regresivo y los conservadores, que es una máquina de dinero”. Y venía a decir que, si invirtieran sus posiciones, la adopción estadounidense del IVA podría hacerse realidad[2].

Si esa era la llave para la implantación del IVA en Estados Unidos, cabría concluir que no se ha producido ese intercambio de percepciones. La propuesta de Gale viene a contrarrestar la percepción de los “liberales”, eso sí, con ayuda externa al IVA, pero al propio tiempo tiende a reforzar la de los “conservadores”.



[1] Vid. W. Gale, “A progressive consumption tax: pairing a VAT with a UBI”, Tax Policy Center, octubre 2020.

[2] Vid. J. M. Rosen, “Tax Watch: the likely forms of new taxes”, The New York Times, 19-12-88.


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