Amar Bhidé,
profesor de la Tufts University, sostiene la siguiente tesis[1]: la
aplicación de “restricciones presupuestarias suaves” a las empresas de
propiedad estatal fue una de las causas del fracaso de las economías del bloque
soviético. Similares condiciones financieras se están dando en la economía
capitalista norteamericana.
En su opinión,
ese marco presupuestario y financiero, evocado en este blog hace sólo unos
días, origina las consecuencias que puso de manifiesto el economista János
Kornai: “Las restricciones presupuestarias se están relajando, y el capital es
canalizado cada vez más hacia los fantaseadores y maquinadores de moda y bien
conectados”.
Admite que la disponibilidad
de financiación es un elemento dinamizador de las economías, pero “demasiada
flexibilidad financiera puede ser tóxica”, para individuos, empresas y gobiernos.
El problema, apunta, es que la inclinación a extender los préstamos y las
inversiones no proviene de un período prolongado de estabilidad, sino de unas
decisiones deliberadas de los bancos centrales.
En las economías del
bloque comunista donde se primaba a las empresas favorecidas, las estanterías se
mantenían desguarnecidas de los bienes que deseaban los consumidores y que podrían
haber sido proporcionados por productores menores conectados.
Señala Bhidé que,
salvo períodos de crisis agudas, los regímenes de déficits y racionamientos parecen
improbables en los países occidentales capitalistas. Insiste en que “la defensa
de los mercados de capitales simplemente extiende la mala asignación del
capital promovido por el Estado”, y recuerda que, “al final, la Hungría de Kornai
fracasó lentamente, no súbitamente”.