14 de enero de 2022

El ejemplo de la conquista de Hispania como acicate para las alianzas con Roma

 

El dominio ejercido por Roma sobre la península hispánica, entre un dilatado repertorio de contundentes conquistas bélicas, sirvió, en tiempos bíblicos, como un convincente argumento para disuadir a algunos pueblos de plantar cara a las poderosas fuerzas imperiales. La vía de las alianzas, sustentadas en pactos de no agresión y de asistencia mutua en caso de conflicto, podía resultar más pragmática.

Así se recoge en el Primer Libro de los Macabeos: “La fama de los romanos llegó a oídos de Judas: que eran poderosos, que se mostraban benévolos con todos sus aliados, que establecían amistad con cuantos acudían a ellos. Le contaron sus guerras y las proezas que habían realizado entre los galos… todo cuanto habían hecho en la región de España para apoderarse de sus minas de plata y oro, cómo se habían hecho dueños de todo el país gracias a su astucia y perseverancia, a pesar de ser un país lejano. Habían derrotado a los reyes que los habían atacado desde los confines de la tierra, aplastándolos definitivamente; los demás les pagaban tributo cada año”.

En el texto, además de ponderar el eficaz ejercicio del poder, se valora favorablemente la creación de la institución senatorial, “donde cada día trescientos veinte consejeros deliberan constantemente en favor del pueblo para mantenerlo en buen orden”.

La lectura de la Biblia invita a abrir, entre otras muchas, distintas perspectivas de análisis sobre la teoría de juegos y sobre las finanzas de los imperios. También aviva recuerdos e induce algunas reflexiones de corte sociológico y psicológico. ¿Por qué, entre los niños de mi generación, estaba tan prestigiada la figura del centurión romano, y por qué tantos querían emularlo, al menos en apariencia y atuendo?

Movido por un impulso, voy a la búsqueda de un viejo ejemplar de la Enciclopedia Álvarez. Por fin, encuentro, sumida en una lamentable situación de deterioro, la de “Segundo Grado”. “Intuitiva, sintética, práctica”, se autocalifica esta edición del año 1965. En una de las páginas supervivientes puede aún leerse que “Con la dominación romana, España pasó a ser una más entre las provincias sometidas a su imperio, y ello tuvo para nuestra Patria las siguientes consecuencias: 1ª.-Unidad de mando… 2ª.-Unidade lengua… 3ª.-Unidad de leyes… 4ª.-Progreso material en todos los órdenes…”.

Una “enseñanza moral” sirve de colofón a esa síntesis: “Los españoles sufrieron mucho durante la dominación romana, pero también aprendieron mucho. Acostumbrémonos a recibir con gusto los sufrimientos y penalidades de la vida, si ello ha de redundar en nuestra perfección”.



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