Olaf Scholz, el
próximo canciller de la República Federal de Alemania, era, hasta hace poco, el
ministro de finanzas de dicho país. A pesar de su pertenencia al SPD, era
considerado, por sus palabras y por sus hechos, un defensor de la ortodoxia
presupuestaria y financiera. Hasta tal punto es así que incluso compartía opinión
con su predecesor, el tenido como halcón presupuestario Wolfgang
Schäuble, acerca de los factores limitativos de la inversión pública[1]. A mayor
abundamiento, como nos hacíamos eco en un artículo publicado en este blog[2], ni siquiera
veía la necesidad de reformar las controvertidas reglas fiscales de la Unión
Económica y Monetaria.
Pero, ya se sabe,
una vez que se accede a la cúspide del poder gubernamental, no es demasiado
difícil que se desaten algunos factores “transformacionales”. Está por ver si
esto sucede o no con el nuevo canciller federal. El gobierno en ciernes se
mueve entre dos objetivos aparentemente incompatibles: por una parte, aumentar sustancialmente
la inversión pública y, por otra, respetar el estricto freno a la deuda pública
recogido como norma constitucional en Alemania, que establece un límite al
endeudamiento neto estructural del gobierno federal equivalente al 0,35% del
PIB.
Sin embargo, la
sagacidad de Scholz parece que le permitirá cuadrar el círculo[3]: cómo
conjugar el incremento de la inversión pública prometido por los Verdes
en su campaña electoral con la reticencia de los Liberales a elevar la carga
impositiva, y respetar el referido freno.
A tal efecto se barajan
algunas soluciones “creativas”[4]: i) convertir
el KfW, un banco de desarrollo de propiedad estatal, en una agencia de innovación
e inversión, dedicándola a la concesión de préstamos al sector privado; ii)
permitir que determinadas compañías públicas relacionadas con el sector inmobiliario
puedan captar deuda con destino a inversiones; iii) retocar la metodología para
el cálculo del componente cíclico utilizado en la regla del freno de la deuda, de
manera que se amplíe de facto el techo del endeudamiento.
Algunas de las
fórmulas planteadas tienen el sabor de ciertos esquemas de financiación de
infraestructuras como el conocido “modelo español” o de creación de sociedades
públicas, que fue en su día bastante cuestionado.
Lars Feld,
profesor de la Universidad de Friburgo, anterior asesor gubernamental, se ha
mostrado bastante cáustico respecto a las propuestas de la nueva coalición de
gobierno, que ha llegado a calificar como “Economía de Pipi Calzaslargas – Hago
el mundo como me gusta”[5].
[1]
Vid. The Economist, “The end of the German debt brake?”, EIU, 1 de marzo de
2021.
[3]
Vid. G. Chazan, “Olaf Scholz plots a way round Germany’s debt rules”, Financial
Times, 7 de diciembre de 2021.
[4] Vid.
Chazan, op. cit.
[5] Vid.
Chazan, op. cit.