14 de noviembre de 2021

La aspiración del calcetín perfecto como problema universal: una búsqueda constante

 

El Financial Times es un diario bastante extraño. A pesar de su extraordinario prestigio y de su enorme influencia, publica algunos artículos de contenido económico de cuestionable interés y dudosa calidad. Sin embargo, también acoge contribuciones sobre temas no económicos (aunque suele ser raro que no tengan alguna implicación en ese ámbito) que combinan, en sentido positivo, los mencionados atributos.

El segundo puede ser discutible, pero no el primero, por lo que concierne a un reciente artículo centrado en una prenda que tiene una gran importancia a lo largo de nuestras vidas, sobre todo en el caso de los hombres, el calcetín. Sam Leith (“The trials of a middle-aged man’s search for socks”, Financial Times, 4-11-2021) considera que encontrar un par de calcetines que sean confortables, prácticos y duraderos es algo así como un Santo Grial. Y, a diferencia de lo que sostiene este autor, no es algo exclusivo de los hombres maduros. Quizás no en la infancia, a la que ya apenas alcanza la memoria, pero sí en la juventud, su elección no era un problema menor. Y no digamos la dificultad para encontrar algunos que dieran unas adecuadas prestaciones de garantía. Como se indica en el texto mencionado, los calcetines reclaman la atención de su portador varias veces al día, por diversos motivos.

Son una prenda semiíntima, que, en el momento más insospechado, puede gastar una mala pasada. La imagen de un alto cargo de un importante organismo económico internacional exhibiendo unos inmisericordes agujeros marcó todo un hito. A partir de ahí la modesta prenda elevó su estatus internacional.

A pesar de su (supuesto) carácter efímero diario, sujeto a la cadencia de las jornadas, son un elemento muy apreciado, una vez que tomamos conciencia de su funcionalidad. A veces tienen connotaciones especiales. En su día, me hizo mucha ilusión utilizar unos calcetines de la marca Jorigu. Me los regaló un prestigioso, y hoy conocido, físico nuclear, cuyo padre trabajaba en la factoría catalana, con quien coincidí en el servicio militar.

Recuerdo también que los calcetines protagonizaron un divertido enigma entre los profesores de Hacienda Pública que, a mediados de los años ochenta, asistíamos a los cursos de verano dirigidos por el profesor Fuentes Quintana. Uno de los asiduos asistentes llevaba siempre cada día, y cada curso, unos calcetines con la misma apariencia. Su color era, por lo demás, parecido al representativo de la Facultad de Económicas. Los investigadores más avispados llegaron a formular teoremas acerca de la constancia exhibida, pero no llegaron a obtener evidencias estadísticamente significativas para alcanzar una conclusión definitiva. Todavía siguen abiertas las especulaciones, pero, al fin y al cabo, quién puede excluir el efecto del dominio de unas preferencias monolíticas, con la posibilidad de acopio reiterado o de utilización con reposición previo mantenimiento ordinario.



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