Aquella frase, en
boca del expresidente Ronald Reagan, marcó una época y se convirtió en una
expresión icónica. Muchas fueron y son las críticas recibidas por el mandatario
estadounidense, en muchos aspectos de sus actuaciones económicas y políticas,
en general, y en el terreno impositivo, en particular. Aun así, raro es encontrar
a un aspirante a ocupar la jefatura del Estado o del Gobierno de un país
democrático que concurra a un proceso electoral esgrimiendo una subida de
impuestos como eje de su programa.
Pero eso no deja
de ser una conjetura, que debe ser sometida a contraste empírico. Además, ya se
sabe la importancia de los poderes taumatúrgicos que tiene el acceso al poder;
son capaces de obrar cualquier tipo de milagro.
Es aquella una
tarea que llevan a cabo varios investigadores radicados en Alemania: C. Fuest,
K. Gründer, N. Potrafke y F. Ruthardt (“Read my lips? Taxes and elections”,
EconPol Working Paper, 71, 2021). En este trabajo analizan la existencia de ciclos
electorales en las reformas fiscales en el caso de 23 países, a lo largo del
período 1960-2014.
Los resultados
obtenidos indican que los políticos tienden a posponer los planteamientos de aumentos
de impuestos hasta después de las elecciones. Los ciclos electorales son
particularmente pronunciados respecto a los tipos de gravamen del IVA y del
IRPF.