El deporte brinda una especie de gran laboratorio natural donde aplicar el análisis económico a una diversidad de situaciones y tomas de decisiones empresariales y profesionales. El tránsito de una estrella como Leo Messi desde el Fútbol Club Barcelona (FCB) al París Saint-Germain (PSG) suscita numerosas reflexiones económicas generales y particulares:
Las vinculaciones y afinidades recíprocas entre jugadores
y clubes que no estén plasmadas y cuantificadas en un contrato suelen carecer
de eficacia en los momentos cruciales.
Las exorbitantes remuneraciones de las estrellas
deportivas vienen explicadas por la capacidad de generación de ingresos a
escala global. Hay signos evidentes de que el nivel medio de las retribuciones,
en algunos mercados deportivos, futbolísticos y de otras disciplinas, es
resistente a la baja para ajustarse a las condiciones reales de la demanda. La
utilización de acciones del club -o de instrumentos equivalentes- dentro del
paquete de remuneraciones es una alternativa planteada por algunos analistas.
Una buena parte de los salarios más elevados
percibidos por las grandes figuras deportivas se deriva simplemente del efecto
globalizador de los medios de comunicación, no de mayores cualidades o de un
mayor sacrificio. Se trata, pues, de una renta económica pura, que justificaría
la aplicación de una tributación más elevada que la ligada al esfuerzo personal.
Cuando un jugador tiene capacidad para negociar un
salario en términos netos de impuesto, en la práctica está logrando que el
impuesto sobre la renta sea soportado por su empleador. Un impuesto directo se
convierte en un impuesto indirecto. Pese a todo, el uso de “refugios fiscales” es
una tentación para los agentes maximizadores de ingresos.
El coste íntegro de la contratación, integrado por
diversos componentes, es la variable clave a considerar por el club. En función
de diversas circunstancias, el salario neto puede llegar a multiplicarse por
más de 3 para obtener el coste total.
Aunque, en una liga deportiva, la existencia de
competencia y de incertidumbre es en sí misma un producto, una condición
esencial, los comportamientos económicos de algunos clubes, lanzados a la
búsqueda de un dominio absoluto, parecen decididos a desafiar ese principio. En
Europa se estima poco probable la adopción de fórmulas del “socialismo
deportivo” de algunas ligas estadounidenses (topes salariales reforzados,
reparto lineal de los derechos de emisión, preferencia en la elección de
jugadores para los peor clasificados cada temporada, y “cánones sobre el lujo”).
La situación económica condiciona incluso a un club
tan potente como el FCB, que, en 2019-20, lideró la tabla mundial de clubes de
fútbol por ingresos, con 715 millones de euros. Pese a ello, acumula una deuda
de 1.100 millones de euros, tuvo unas pérdidas cercanas a los 500 millones de
euros la pasada temporada, y afrontaba unos costes salariales, incluso sin
Messi, iguales al 95% de los ingresos, por encima del 70% prescrito por la Liga
española.
Como ha señalado Simon Kuper, en cualquier negocio
basado en el talento, la decisión de gestión más importante es la del
reclutamiento de profesionales, pero el FCB ha perdido la “guerra por el
talento”. En 2017, rechazó el ofrecimiento de Kylian Mbappé y, posteriormente,
el de Erling Braut Haaland, y se ha permitido pagar jugosas sumas por las
contrataciones de otros jugadores (más de 1.000 millones de euros entre 2014 y
2019). Además, los “productos finales” de La Masía, últimamente, no salen tan ajustados
como antaño.
La productividad y la eficacia de Messi rompen todos
los registros. Con él, en 17 temporadas, el FCB ha ganado 10 Ligas y 4
Champions Leagues, además de otra veintena de títulos. Pero no era un recurso
barato (en términos absolutos), a tenor de las cifras que han salido publicadas
(555 millones de euros en 4 temporadas), y del incremento de su retribución en
los últimos años. Ello suponía un freno para la incorporación de otras
estrellas y ejercía un efecto contagio sobre el resto de la plantilla. Pero la
pérdida de un activo como Messi sin ninguna compensación ha sido ya propuesta
como caso de estudio de cómo no gestionar inversiones.
El paradigma de las finanzas sostenibles se está
extendiendo por todo el circuito económico. La alineación de la sostenibilidad
financiera, como titular, de manera efectiva, en un terreno de juego
verdaderamente equilibrado, es hoy día una aspiración básica en el mundo del
deporte profesional. En cualquier caso, la incorporación de la transparencia
sería altamente valiosa para la mejor aplicación del análisis económico.
(Artículo
publicado en el diario “Sur”).